¿Cómo se han enfrentado los casi 80 millones de refugiados que hay en el mundo a la pandemia?

¿Cómo se han enfrentado los casi 80 millones de refugiados que hay en el mundo a la pandemia?

martes 17 de agosto de 2021, 09:36h
Durante el primer trimestre de 2020, un virus puso en alerta a todo el planeta. Nadie se esperaba lo que iba a suceder a continuación: restricciones, confinamientos, millones de contagios, muertes… Sin embargo, la peor pandemia del siglo iba a traer consigo más dificultades si cabe a los grandes olvidados de la misma: las personas refugiadas, desplazadas por la fuerza de sus hogares, empujados hacia un mundo en crisis por el Covid-19.

Un total de 134 países en todo el mundo acogen a personas refugiadas y han ofrecido datos sobre los mismos durante toda la pandemia del coronavirus.

Según la última actualización la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), en el mundo hay cerca de 80 millones de personas desplazadas por la fuerza, muchos en campos de refugiados, desde donde han tenido que enfrentarse a una nueva realidad que ha pillado a todo el mundo por sorpresa.

El Covid-19 no ha distinguido entre razas, clases, países… Ha asolado a todo el planeta con una virulencia insospechada, aunque si alguien ha resultado afectado sobremanera, sin lugar a dudas, han sido las personas refugiadas. Ya no solo durante el comienzo de la pandemia y los primeros y duros meses en los que tuvieron que enfrentarse a una situación crítica, sin acceso a una sanidad o ante el temor de no poderse proteger de forma adecuada ante los contagios, ya que durante el proceso de vacunación también han sido los grandes olvidados.

“Si alguna vez hemos necesitado recordar que vivimos en un mundo interconectado, el nuevo coronavirus lo ha hecho”. Estas palabras, pronunciadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, resonaron durante semanas ante lo que era una evidencia clara: el Covid-19 es cosa de todos. De hecho, insistía en que la salud de cada persona está intrínsecamente vinculada a la de las personas con menos recursos y más vulnerables dentro de cada sociedad.

“La COVID-19 ha dejado claro que la exclusión mata”

Los refugiados no se han ido de sus casas por voluntad propia. Han abandonado sus hogares a la fuerza, por culpa de la persecución y el conflicto. Ya a comienzos del 2020 se señalaba esa cifra de la vergüenza que avanzábamos al comienzo: 80 millones de personas. Un dato que esconde miedo, angustia, nostalgia. Una cifra ingente de personas que durante estos meses tan críticos han tenido acceso limitado al agua, por no hablar de un correcto saneamiento y acceso a instalaciones de salud donde, llegado el momento del contagio, enfrentarse a un virus tan desconocido como letal, tal y como ha demostrado.

Además, ACNUR destaca que de todas las personas desplazadas internas del mundo, más del 80% se encuentran en países de ingresos bajos y medianos, nombrando así algunos como Irak, Líbano, Bangladesh, Jordania o Colombia. Son incontables los refugiados que se han visto abocados a la indigencia, con unas ayudas insuficientes justo en el peor momento.

Pero aún hay más, algo en lo que ha reparado Raouf Mazou, el Alto Comisionado Auxiliar para las Operaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados: “Son devastadores los ‘efectos secundarios’ de estas crisis en el ámbito educativo, en la salud física y mental, en los niveles de violencia de género, en las relaciones comunitarias y en muchos aspectos más”.

Y es que el Programa Mundial de Alimentos estima que 270 millones de personas pueden estar enfrentando inseguridad alimentaria desde finales de 2020, algo que afecta sobremanera a las poblaciones desplazadas, puesto que muchas veces dependen de la asistencia para alimentarse, asentándose en sitios de desplazamiento donde el acceso a servicios básicos es limitado.

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