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Los susurros de Aznar que mueven a Casado

Los susurros de Aznar que mueven a Casado

lunes 01 de junio de 2020, 14:09h
Ver a tu elegido como sucesor perder dos elecciones seguidas le costó a José María Aznar sangre sudor y lágrimas. Mayor aún fue el precio cuando Mariano Rajoy consiguió su propia mayoría absoluta, al tercer intento, y se salió de la sombra que se extendía desde FAES hasta el palacio de La Moncloa. El sucesor de los dos, Pablo Casado, Ha aprendido de ambos: escuchar y complacer a quien te protege hasta llegar al poder.

Los susurros en política son un arte. Tener al alcance de los mismos el oído del que manda te proporciona más poder que los títulos que aparecen en el Boletín Oficial del Estado. Si además el que susurra ha sido tu presidente y al que tú susurrabas desde la jefatura de su Gabinete, el valor del susurro se multiplica por dos.

La sombra de los expresidentes de Gobierno siempre quiere ser alargada. Mejor diré que casi siempre. No lo pudo ser la de Adolfo Suárez por el derrumbe de la UCD. Ni lo fue la de Leopoldo Calvo Sotelo por decisión propia. Uno y otro contaban con una de mucha mayor entidad sobre sus propias cabezas, la del Rey Juan Carlos, una sombra que con mayor o menor intensidad ha estado presente en la política española durante 37 años.

La de Felipe González, tras 14 años en La Moncloa, oscureció a Josep Borrell, que aspiraba a todo; tuvo que mantenerla sobre Narcís Serra por imperativo Real, en su primer intento de retirada de La Moncloa; la acentuó hasta el extremo con Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba, y tuvo que resignarse a ver cómo Pedro Sánchez colocaba un ventilador sobre el pasado del PSOE y alejaba su sombra y ponía en cuarentena a otras que aspiraban a ese mismo efecto.

El presidente del PP y líder de la oposición sabe que ninguno de los que le acompañan en su camino hacia La Moncloa tiene que tener o sentirse con más poder que el mismo. El divide y vencerás es una de las consignas de cualquier líder, en cualquiera de las actividades políticas, económicas o sociales. Por esa sencilla razón su número dos, Teodoro García Egea, que no tiene pasado en FAES, tiene que asumir y resignarse a compartir influencia y liderazgos con Cayetana Alvarez de Toledo; y ésta, a su vez, a compartirlos con Ana Pastor y Cuca Gamarra en el Congreso.

Con un abuelo republicano y ugetista por parte de padre, y un abuelo franquista por parte de madre, Pablo Casado conoce desde su infancia lo que son las dos “almas” de España. Izquierda y derecha unidas en su familia por la profesión de los abuelos, los dos médicos, uno en un pequeño pueblo de León y otro en Palencia. Le tiró más la parte materna en sus opciones políticas pese a veranear montado en moto en Mataleón de los Oteros.

La paciencia para moverse en las turbulentas aguas de la derecha española la desarrolló en su etapa de estudiante universitario. Ocho años para sacarse el título de Derecho mientras se afilia al PP bajo la protección del leonés Alfredo Prada, que también le proporciona su primer trabajo remunerado, le proporciona el mejor de los master sobre la vida interna de los partidos.

A su protección política, ya como presidente de la NNGG de Madrid, se suman Gustavo Villapalos, Esperanza Aguirre y Manuel Pizarro. Mezcla casi perfecta de liberalismo económico y democracia cristiana conservadora. Y compatible con estar junto a Carlos Bustelo, Enrique Navarro y Rafael Bardají en la fundación de dos “think thank” pro israelitas como “Friends os Israel Initiative” y AIPAC.

Será José María Aznar quien le coloque en el centro neurálgico del PP, en la sede central de la calle Génova. Y logrará que Mariano Rajoy tras el Congreso del partido en 2017 le nombre vicesecretario de Comunicación. Tercera línea del poder que le permite ver los choques frontales entre Aznar y Rajoy, entre María Dolores Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, el descenso en los favores de Javier Arenas, y la utilización final de Martínez Maillo.

De todo se aprende y Pablo Casado aprende muy deprisa. Tanto como para dejar a Moreno Bonilla de candidato en Andalucía, de poner de candidato en Murcia a Fernando López Miras, y de hacer su gran jugada personal: cerrar el paso a Antonio García Terol en sus ambiciones de pelear por la presidencia de la Comunidad madrileña y jugar la baza de Isabel Díaz Ayuso, a quien ya aconsejaba un Miguel Angel Rodríguez desde sus tiempos de presidente de Carat. La elección de Pablo Montesinos como portavoz del partido sorprende pero se comprende. Casi tanto como las de Ana Beltrán y Jaime de Olano. Hay que modernizar el organigrama del PP y los nuevos rostros le permiten equilibrar las influencias.

De los susurros de Aznar aprende Casado. Tanto como para colocar a Javier Fernández Lasquewtty como consejero de Hacienda en Madrid y ver a su principal mentor colocar y seguir los pasos de Javier Zarzalejos, Gabriel Elorriaga, Alfredo Timermans y un Pablo Hispan que será el encargado de controlar y filtrar su agenda.

Si “monta” su propia Fundación en el PP, deja que sea FAES la que proporcione material ideológico para las batallas con el Gobierno, con una diana en el centro de color morado y un nombre, Pablo Iglesias.