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¿Acompañará Feijóo a Urkullu en convocar elecciones en julio?

¿Acompañará Feijóo a Urkullu en convocar elecciones en julio?

viernes 24 de abril de 2020, 17:17h
El lendakari vasco quiere elecciones autonómicas en julio para evitar que el coronavirus pueda volver en otoño y tenga que suspender la cita con las urnas como ocurrió en marzo. Si Urkullu logró y pacto con el presidente gallego un mismo calendario hace unos meses, lo más lógico es que Feijóo le imitara.

Los dos responsables de los gobiernos regionales pactaron que en ambas Comunidades los comicios autonómcos se celebraran el 5 de abril. Los dos disolvieron sus Parlamentos de forma muy parecida, los dos anularon la conovocatoria por la pandemia, y los dos tienen a sus gobiernos en funciones. El vasco quiere afrontar el nuevo curso con plenitud de funciones en el Ejecutivo. El gallego puede querer lo mismo pero mientras el primero representa al poder hegemónico de su partido, el PNV, en su territorio; el segundo es la cabeza visible del PP en Galicia, un barón con poder de decisión pero dentro de la disciplina global del PP que dirige hoy Pablo Casado.

A Urkullu y a Feijóo les sonreían las encuestas en el mes de marzo. Ganaban con comodidad en las dos Autonomías, con gran diferencia respecto al resto de partidos. El número de diputados es el mismo para Euskadi y Galicia, 75 escaños. Y aquí comienzan las diferencias que pueden llevarles a no compartir la misma fecha para ir las urnas. Mientras el PNV nunca ha tenido mayorías absolutas ( 38 ) y ha tenido que pactar con alguno de sus competidores para formar gobierno; el PP gallego lleva consiguiendo mayorías absolutas desde hace más de una década.

En 2016 los nacionalistas vascos consiguieron 29 escaños, dos más que en las elecciones de 2012 pero muy lejos de los 38 que le hubieran permitido a Urkullu asegurar su investidura en el Parlamento regional sin necesidad de pactos. Le siguieron dos partidos o coaliciones claramente de izquierdas como Bildu y Podemos. Los herederos de Herri Batasuna con 17 escaños, cuatro menos que en 2012; y con la rama vasca de Podemos apareciendo por primera vez en el panorama politico y la Cámara legslativa con once. Los socialistas perdían siete diputados y empataban con el PP en nueve. Ni Ciudadanos, ni Vox obtenían representación. De cara a las anuladas elecciones del 5 de abril, los sondeos le daban al PNV y a Bildu la misma representación, con el PSE superando a Podemos, el PP estancado y a la baja mientras que Vox aspiraba a un escaño y Ciudadanos mantenía su caída.

De confirmarse esas tendencias y contando con que el efecto del coronavirus y su incidencia en el País Vasco puede cambiar la intención de voto de los ciudadanos, la victoria del PNV parece incuestionable, al igual que llegada la hora de los pactos su “preferencia” estará en llegar a acuerdos con los socialistas. Una variable que puede tener un componente nacional si tenemos en cuenta que el PSOE de Pedro Sánchez tendrá que hacer frente a una ofensiva en su contra desde el minuto uno en que se terminen los estados de alarma y España tenga que afrontar su reconstrucción económica y social.

La situación de Núñez Feijóo y el PP gallego es muy distinta. Su capacidad de pactos tras las elecciones es prácticamente cero, salvo cambios muy importantes dentro del nacionalismo gallego heredero de Beiras. No tiene más remedio que conseguir la mayoría absoluta si quiere seguir al frente de la Xunta. Su fuerza está en que tanto en 2016 como en 2012 consiguió 41 escaños, tres por encima de lo mínimo necesario. Los socialistas gallegos tenían la esperanza de pelear por el segundo puesto frente al Bloque Nacionalista Gallego, que es la fuerza emergente mientras bajaría la representación de Podemos en su unión bajo la marca de En Marea, con Ciudadanos y Vox muy alejados en las urnas.

El gran cambio que anunciaban las encuestas era la pérdida de la mayoría absoluta por Feijóo y el PP, lo que podía traducirse en una muy difícil negociación, por no decir que imposible, con el BNG, o la vuelta en Galicia a un gobierno de izquierdas dependiendo de un acuerdo tripartito entre nacionalistas, socialistas y el ala gallega de Podemos. Acuerdo complicado y, como en el caso de Euskadi, con proyección nacional en el actual acuerdo de gobierno de coalición que tienen Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. ¿ Qué factor puede ser decisivo a la hora de acudir los ciudadanos gallegos a las urnas?. La opinión que tengan de la actuación del gobierno central ante la pandemia y las noticias y opiniones que irán ampliándose cuando termine el confinamento.

El coronavirus va a estar presente en el panorama político tanto o más que la reconstrucción del país y las medidas que se tomen por parte de un Ejecutivo nacional que necesita que Europa nos ayude con miles de millones de euros, ya sea como desea Sánchez a través de un fondo sin “devolución”, o con una mezcla de “deuda perpetua” a la que se oponen tanto los países del norte como el Banco Central, con créditos a devolver que colocarían a España en un laberinto sin casi salidas.

Dado que los acuerdos en Europa caminan a paso de tortuga por las enormes diferencias que existen entre los distintos países que integran el euro, puede que tanto Urkullu como Feijóo quieran adelantarse con la convocatoria electoral y privarles a Sánchez e Iglesias, al PSOE y a Podemos, de esa posible baza si es que finalmente las ayudas a España se concretan y se elevan por encima de los 150.000 millones de euros que vamos a necesitar en los cálculos más optimistas.