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A la búsqueda del centro perdido
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A la búsqueda del centro perdido

lunes 20 de enero de 2020, 14:22h
Incorporado el 15-M al “sistema” con sus cinco representantes en el Consejo de Ministros, Pedro Sánchez puede presumir, y lo hace, de controlar el centro político, desde el que se ganan las elecciones y se gestiona el poder. Un centro del que se desplazaron el PP y Ciudadanos, arrastrados por Vox, y al que quieren volver tanto Casado como Arrimadas.

Tiene razón Pablo Casado cuando señala que la polémica del pin parental le viene bien al gobierno y a la izquierda. Hablando de la enseñanza y de quién tiene mayor potestad en la educación de los niños, si los padres o el estado, se entretiene y mucho al personal y se evitan otros temas más importantes y en los que el Ejecutivo se juega mucho más su credibilidad y su proyecto de gobernanza.

Tiene razón pero los suyos no parecen hacerle mucho caso, tal vez prisioneros de la estrategia de Santiago Abascal y la dirección de Vox, que es doble. Por un lado tratan de hacer una oposición radical al gobierno de coalición en todos y cada uno de los temas sociales que planteen - que es más fácil y asequible para ellos que los de índole económica - y por otro aprovechan esa posición extrema para desgastar a su gran rival en la derecha que es el propio Partido Popular.

En Vox lo tienen muy claro. No son el centro, ni quieren ser el centro político. Son plenamente la derecha política. Sin complejos. Lo más dura y directa posible frente a lo que consideran el peligro de la izquierda para este país. Esas posición tiene su ventaja, que es presentarse ante el electorado sin filtros, sin negociaciones “ liberales” con el adversario, sin concesiones. Y tiene un gran inconveniente: será muy difícil que consiga una mayoría suficiente para gobernar, incluso para convertirse en el primer partido de la hoy oposición.

Para convertirse en el primer partido de la derecha española Vox necesitaría que el país entrara en una grave crisis económica y social. Posible pero poco probable. Esa es una ventaja que tiene Casado sobre Abascal. El presidente del PP puede decirle a esa mitad de los españoles que votan conservador que el único camino para llegar al poder pasa por sus siglas, y no por las de sus rivales.

Aquí entra en juego el tercero de los aspirantes, hoy en plena decadencia y camino de su posible extinción como partido, Ciudadanos. El quince de marzo celebrará su Congreso, que será casi fundacional, alejándose del motor que lo llevó a soñar con ser el sustituto del PP. Momento para Ines Arrimadas y su regreso al centro político del que no debió alejarse en busca de un liderazgo que nunca consiguió.

Albert Rivera abandonó su futuro político y dejó a su formación con diez diputados y sin alternativas. Gran parte de su antiguo electorado huyó a la abstención y a Vox, en busca de nuevas fórmulas que no estuvieran gastadas por el ejercicio del poder, que era lo que le ocurría al Partido Popular, tanto al de Mariano Rajoy como al de Pablo Casado.

Los sucesores de Rivera pueden insistir en su batalla por la derecha con dos rivales que le superan en todo, lo que le llevará a acabar como acabaron el CDS, el Partido Reformista y la UPyD de Rosa Díez; o puede regresar al centro liberal y esperar a que la pelea por la derecha entre el PP y Vox le impida a los populares desplazarse hacia ese espacio central. Elección difícil y con elevado riesgo, sea cual sea la elegida. Necesitará un programa creíble, una oposición muy pensada ante el gobierno de Pedro Sánchez, y suerte, mucha suerte.

Desde el mismo inicio de esta etapa democrática que estamos viviendo, la ocupación del centro por parte de la izquierda y la derecha clásicas ha sido un objetivo. La gran masa de la población española está en ese lugar, lejos de los extremos salvo en contadas ocasiones. Desde el centro se puede llegar al poder, para compartirlo, que no es poco, basta con ver lo que ha conseguido Podemos, o para gestionarlo si las matemáticas lo posibilitaran. No hace falta conseguir ser el primero en votos y escaños para sentarse en el sillón de La Moncloa. Basta con ser imprescindible.

El centro político, hoy, no está vacío pero sus paredes son débiles. Débiles por la derecha y muy alejadas; y débiles y cercanas por la izquierda. Habilidad, paciencia y estrategia para el largo plazo. Pedro Sánchez y el PSOE intentarán mantenerlo desde ese gobierno con dos corazones. El PP de Pablo Casado no tiene más remedio que regresar a él si quiere regresar al poder, con el peligro de Vox a su derecha. Si Arrimadas y Ciudadanos no quieren convertirse en una ilusión pasajera tendrán que asumir su papel de bisagra, primero, y poner las bases para conseguir el suficiente número de votos y escaños que lo hagan posible.