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Llegó la gran hora de las mujeres
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Llegó la gran hora de las mujeres

lunes 13 de enero de 2020, 13:56h
La política va por delante de la economía en cuanto al poder que ostentan las mujeres

Sin dudarlo. La música que hay que poner a estos días es la de compuso Ennio Morricone para uno de los grandes wester del cine: “Hasta que llegó su hora”. Esa hora ha llegado para el gran acceso de las mujeres al poder en España. A nivel político, con tres vicepresidentas y ocho ministras en el gobierno central, con cuatro presidentas de gobiernos autonómicos y un número creciente de Consejeras y alcaldesas.

A nivel financiero, todavía con un claro déficit en la relación hombre - mujer, con el poder que detentan en dos bancos como el Santander y Bankinter, ambos - curiosidad acrecentada tras la aparición estelar de Ana Botín en un gran reportaje de televisión - bajo el “dominio” del apellido familiar. Pasa algo parecido en el universo empresarial - una excepción es el Corte Inglés y los cambios radicales que está experimentando - en algunos casos con enfrentamientos internos que tienen su origen en los deseos de los varones de las sagas familiares de imponer una especie de “Ley Sálica” en la sucesión de los patriarcas que han protagonizado la vida empresarial en las últimas décadas.

La política va por delante de la economía en cuanto al poder que ostentan las mujeres. Un largo camino que no tiene fin y al que le faltan piezas importantes que más pronto o más tarde tendrán que caer, entre ellas las que simbolizan y encierran las grandes potencias: Estados Unidos, China, Rusia, Francia. La Comisión Europea tiene al frente a otra mujer sustituyendo a un hombre. Mientras, en el lado de las finanzas, el trono ha cambiado de sexo, tanto en el Banco Central Europeo como en el Fondo Monetario.
Cambios que se notarán en las decisiones que se tomen en esos organismos. Y a mejor.

De la película de Sergio Leone, en la que pusieron su granito de arroz como guionistas nada menos que Darío Argento y Bernardo Betolucci, quedan varías secuencias icónicas y rostros que, como el de Henri Fonda o Charles Bronson, representan la eterna lucha de malo y buenos, sin que la línea que separa a ambos esté muy definida. Hay otro que, en aquel ya lejanísimo 1968, representaba el papel que la sociedad dejaba a la mujer: el de una Claudia Cardinale convertida en objeto erótico de la misma manera que lo eran otras estrellas cinematográficas.

Eros va hoy por otros caminos y el poder de las mujeres no está en una mirada, una gota de sudor que descienda sobre su pecho o unas piernas infinitas. Aquello era un poder delegado, un poder vicario que daban y quitaban los hombres que tenían de verdad el poder. Arrebatado ese poder, ninguna de las once mujeres que se van a sentar cada semana en la mesa del Consejo de Ministros puede ser catalogada como mujer objeto.

Las tres vicepresidentas y las ocho ministras -a las que hay que sumar a la Fiscal General - tienen más poder real que el resto de sus compañeros. Sin ninguna duda. Controlarán la Economía, la Hacienda, las Relaciones Exteriores, la Defensa, la Política Territorial, la Educación, el Trabajo y la Igualdad. El presidente, por vocación o por oportunidad ha elevado el nivel de “género” y eso es algo que ya no tiene marcha atrás.