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Sánchez regresa al marxismo que abandonó González
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Sánchez regresa al marxismo que abandonó González

martes 07 de enero de 2020, 10:58h
Cuarenta años después, el marxismo que el PSOE abandonó por imposición del entonces secretario general, Felipe González, entrará en el Gobierno de España por imposición del hoy secretario general, Pedro Sánchez. Aquel partido socialista, que fue segundo con 121 escaños en las elecciones generales de marzo de 1979, no se parece en nada al que acaba de ganar las suyas con 120 parlamentarios. González tuvo que abandonar a Marx para llegar al poder tres años más tarde. Sánchez lo ha recuperado para mantenerlo.

El carismático socialista sevillano, que contaba con el apoyo de los grandes partidos socialdemócratas europeos, sometió al centenario partido que había fundado Pablo Iglesias, a un liderazgo indiscutible, sometiendo a los dirigentes regionales y usando una enorme habilidad para gobernar económicamente con las ideas liberales de Miguel Boyer y Carlos Solchaga desde los Ministerios de Economía e Industria, mientras dejaba a su vicepresidente, Alfonso Guerra, que se ocupara del área social.

Sin el carisma de su antecesor pero sí con la misma ambición y dureza a la hora de tomar decisiones, el madrileño Sánchez también ha impuesto a sus barones territoriales su estrategia para conseguir la investidura y mantenerse en La Moncloa, con un Gobierno en el que el reparto de poder será muy parecido: liberalismo y ortodoxia financiera que acepten desde el BCE al FMI pasando por la Comisión Europea con Nadia Calviño y María Jesús Montero desde Economía y Hacienda; y área social para el equipo de su vicepresidente, Pablo Iglesias.

La llegada al poder del socialismo del siglo XX - que ayudó a consolidar la. Monarquía de Juan Carlos I - tuvo en el intento de golpe de Estado del teniente coronel Tejero el mejor de sus apoyos. Sin disparos en el Congreso y sin tanques en las calles de algunas ciudades, el regreso al poder del socialismo del siglo XXI ha tenido en la moción de censura que derribó el gobierno de Mariano Rajoy su propia palanca para asaltarlo.

Los cambios que se produjeron en este país a partir de octubre de 1982 fueron numerosos, dolorosos, traumáticos en bastantes ocasiones, y lograron que las palabras del entonces número dos del PSOE y del Gobierno, “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió”, se cumplieran punto por punto. Había mucho que cambiar para dejar atrás la Dictadura y se cambió merced al pacto constitucional que firmaron los principales dirigentes políticos. Hubo mucho sentido del Estado, responsabilidad personal y generosidad tanto por parte de los que abandonaban el poder como por los que llegaban a él.

Aquí acaban las semejanzas. Felipe González tenía 202 escaños en 1982 y mantuvo mayorías suficientes durante catorce años. Pedro Sánchez tiene 82 menos y una necesidad urgente y continuada de pactos hacia su izquierda, pero también hacia su derecha, para poder gobernar durante una Legislatura en la que la oposición va a ser mucho más dura y agresiva, y con más poder territorial. Tendrán un punto que afrontar que les unirá en el tiempo, el problema territorial con Cataluña a la cabeza.

Desaparecido el terrorismo etarra, la política vasca se vuelca en conseguir mejoras financieras y estatutarias, con parte de los ojos del PNV y de Bildu - derecha e izquierda radical unidos frente a un complaciente y obligado gobierno central - posados en una Navarra con la que ansían fusionarse ( otros dirían ocupar ) para aumentar su capacidad territorial en una España federal.

El problema catalán - 300 años lo contemplan - es el resultado de una suma de cesiones y malas decisiones que se han amontonado desde los primeros acuerdos de Adolfo Suárez con Josep Tarradellas y posteriormente con Jordi Pujol; y que han desembocado en las decisiones del Parlamento catalán - tal y como era previsible para todo aquel que quisiera mirar sin cerrar los ojos - y las posturas independentistas tanto de Carles Puigdemont y Quim Torra como de Oriol Junqueras y el conglomerado reunido en torno a la CUP.

Conviene recordar la Pascua militar de 1983 y los discursos del Rey Juan Carlos y del entonces ministro de Defensa, Narcís Serra, para entender los que han pronunciado Felipe VI y Margarita Robles. En ambas ocasiones, las referencias al papel de las Fuerzas Armadas que les otorga la Constitución, sirvieron para alejar al golpismo de los cuarteles y ahora sirven para intentar alejar al independentismo de los gobiernos y los Parlamentos.

Con un primer debate de investidura fallido, con apenas un voto de diferencia entre el sí y el no, lo que ocurra este martes, 7 de enero de 2020, pondrá en marcha la maquinaria gubernamental y parlamentaria de la XIV Legislatura. Máxima tensión y maniobras en la oscuridad que intentan cambiar el resultado previsto: que Pedro Sánchez se convierta en presidente electo.

Un triple sobre la bocina y toda la política española cambiará. La extrema izquierda catalana y vasca, junto a la burguesía independentista de ERC, tienen en sus manos el futuro del ex jugador de baloncesto Pedro Sánchez. La “final” se juega con dos bloques muy igualados. Los partidarios del si a su investidura parten con 166 votos frente a los 165 de sus rivales. Los primeros pueden llegar a 167, mientras que los segundos permanecerán en los que sacaron el domingo. Y una pregunta, que tal vez no sea necesario contestar: ¿ pasarían ERC o Bildu de la abstención al voto afirmativo si se produjeran cambios que lo hiciera necesario ?

La ventaja inicial de los socialistas, conseguida el 10 de noviembre, es la más pequeña conseguida por un partido en este tipo de encuentros en los que las canastas se transforman en urnas. Consciente de su debilidad el líder del equipo se lanzó a conseguir el apoyo de varios de sus rivales, tanto del ala izquierda como del ala derecha del torneo. Minoría a minoría, el día anterior al comienzo de la fase final los minutos cuentan.