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La noche de la marmota
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La noche de la marmota

martes 05 de noviembre de 2019, 11:18h
Nuevo debate y nueva decepción. Encorsetado, monogolista, con cada uno de los cinco protagonistas más dispuesto a defender su posición y el lugar en el que les deja las encuestas que a debatir de verdad con sus oponentes. El voto del 90% de los españoles estaba decidido y así va a seguir. El presidente en funciones no quiso ni mirar al resto y Abascal prosiguió su ascenso al estrellato.

¿Se pueden pasar tres horas mirando al atril como si no existieran los adversarios?. Pedro Sánchez demostró que se puede. ¿Se puede tener miedo a ser presidente?. Pablo Casado lo hizo de forma patente. ¿Se puede tirar por la ventana todo lo ganado durante cuatro años?. Albert Rivera insistió en su descenso a los infiernos y lo consiguió. ¿Se puede insistir en pedir en matrimonio a la novia que no quiere casarse?. Pablo Iglesias no se cansó de intentar el sí a la boda pero ni siquiera se llevó un no contundente. ¿ Se puede presentar como la oveja negra y salir victorioso?. Santiago Abascal aprovechó el pasillo populista que le dejaron y se llevó el gato al agua.
Para el candidato socialista la meta estaba en mantener el primer puesto el día 10, de ahí que insistiera una y otra vez en algo que está fuera de nuestro ordenamiento electoral: que dejen gobernar a la lista más votada si no hay mayoría para una investidura en el Congreso. Habría que cambiar la Ley Electoral y puede que se cambie pero, como le recordó Pablo Iglesias, no se cambian las reglas del juego en medio del partido.
Los socialistas se sienten ganadores pero muy lejos de alcanzar los votos y escaños que les llevaron a convocar de nuevo elecciones. Sánchez se colocó de presidente, marcó la ruta económica al señalar a la ministra Calviño como futura vicepresidenta y eje de la política de su futuro Gobierno, y ni se molestó en contestar a las preguntas que le hicieron sus compañeros de debate. Se limitó a enumerar todo lo que ha hecho desde que ganara la moción de censura y a llamar al PP y a Ciudadanas “ derecha cobarde”, y a Vox “ derecha agresiva”. Juntó a los tres en otro intento de lograr un voto del miedo entre la ancha clase media que aún sobrevive en España.
A esa misma clase media se dirigieron de forma atropellada los líderes del PP y de C´s con sus ofertas de bajada de impuestos como forma de enfrentar la recesión que viene. Una ruta contra la que se posicionó Pablo Iglesias para quien la subida de impuestos a los más ricos, y la exigencia de reclamar a la banca la devolución de los sesenta mil mllones en ayudas, es la garantía para afrontar un mayor gasto social y mayores prestaciones para los más desfavorecidos.
El que más fácil lo tenía era el nuevo, Santiago Abascal, y aprovechó la ocasión y la pretendida “ignorancia de su presencia” por parte del resto de compañeros para insistir de forma reiterada en sus tres mensajes principales: las autonomias son un despilfarro económico, Europa es un parásito burocrático que va en contra de la soberania nacional de los países, la emigración ilegal hay que cortarla de raíz, y el debate feminista es tan falso como una moneda de latón.
Ganaron los extremos, el de la izquierda y el de la derecha, el primero recordando los artículos de la Constitución que puede que el resto de candidatos no se haya leído nunca; el segundo usando y abusando de un populismo tan aparentemente efectivo como falto de rigor en las cifras que lo soportaban.
Lo dificil llegará el día 11, cuando cada uno de los que esrtuvieron más de tres horas ignorándose tengan que sentarse a negociar una investidura y un futuro gobierno. Sánchez parte con ventaja pero su reiterada negativa a las pretensiones de Iglesias indica que las posiciones del mes de julio no han variado.
Por la derecha las cosas no están mejor: Casado parece conformarse con liderar la oposición y consolidar su dominio interno del PP, mientras que Rivera se debate dentro de una madeja entre liberal y socialdemócrata en la que no encuentra el centro desde el que nació. Abascal se siente seguro en sus metas y en su camino, pocos temas a discutir y un crecimiento que le pueda llevar a la tercera posición de la prueba del 10N. Todo lo que quedó fuera, que fue mucho, no existirá cuando depositemos el voto en las urnas. Los que lo hagan, que el
fantasma de la abstención es el que más preocupa al actual inquilino de La Moncloa.
El mejor resumen o definición de lo que pasó se lo escuchaba en la mañana del martes a Angeles Caso en la SER. Rescató un título de película para resaltar que el debate y sus protagonistas repetían una y otra vez lo mismo: “ El día de la marmota”.