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Quince días para conseguir un presidente
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Quince días para conseguir un presidente

jueves 24 de octubre de 2019, 13:10h
Bajo la presión de las declaraciones de las autoridades catalanas sobre sus deseos independentistas y las repercusiones del traslado de los restos de Francisco Franco del Valle de los caídos al cementerio de Mingorrubio, la España de los problemas cotidianos tiene quince dias para conseguir un presidente.

Las oportunidades de Pedro Sánchez para conseguir su permanencia en La Moncloa en la sesión de investidura son tres, mientras que su único rival, Pablo Casado, tiene un único camino. Enorme ventaja producto de la distinta posición que tienen el PSOE y el PP sobre el nacionalismo. En esos quince días viviremos el primero de los capítulos de la maratón que han emprendido para mantenerse o llegar al poder.

El líder de los socialistas parte con ventaja. Las tres izquierdas y las tres derechas podrían empatar a escaños pero así como las ayudas posibles con las que contaría el actual inquilino del poder van desde el conservador PNV al muy radical Bildu; con las que puede contar el aspirante son dos.

Si Sánchez consigue los apoyos de Podemos, Izquierda Unida y Más Madrid y alcanza la suma de 160 escaños puede “luchar” por la mayoría absoluta convenciendo a ERC y al PNV de que se sumen al bloque de izquierdas con otros veinte votos más. Puede también, con menos coste político y territorial para los nacionalistas, asegurarse su abstención y pasar la investidura en una segnda vuelta e el Congreso. Gobierno monocolor o pluricolor pero claramente de izquierdas.

Su segunda opción pasa por un acuerdo de investidura pero no de gobierno con el PP de Casado. Los parlamentarios populares se abstendrían en el número necesario para que se pusiese en marcha la Legislatura con un nuevo Ejecutivo y sin tener que recurrir a una “insoportable” cita con las urnas en la primavera de 2020. Acuerdo de estado que sería recibido con alivio por los ciudadanos y que no necesitaría del concurso de la izquierda, que tampoco podría oponerse al mantenimiento de Sánchez en el poder.

La tercera opción, la menos viables en principio, llevaría a un gobierno de gran coalición enre PSOE y PP, siguiendo el ejemplo alemán, para dotar a España de una super mayoría política y de gobernanza que abordase la dura etapa económica que ya está dejando notar sus efectos en nuestra economía. Un Ejecutivo de “unidad nacional” apoyado por más de doscientos escaños, con reparto de competencias y duración tasada en el tiempo.

Su gran rival, que ya se ha quedado sin competencia en la derecha, lo tiene más complicado, salvo que se produzca un vuelco electoral de grande dimisiones el 10 de noviembre. Para conseguir la mayoría absoluta de 176 escaños el PP tendría que estar por encima de los 120 representantes en el Congreso, Vox situarse con no menos de cuarenta, esperar que Ciudadanos no baje de diez y negociar con navarros y canarios los tres o cuatro que le ayudarían a Casado a superar esa barrera de la mitad más uno de la Cámara Baja.

La otra opción pasa por “invertir el acuerdo con el PSOE”. Estar por encima de los socialistas en votos y escaños y esperar que el cambio que se produciría casi de forma automática en la dirección llevase al “nuevo socio” a aceptar un gobierno compartido o una abstención como la que logró Mariano Rajoy tras las elecciones de 2016. Una alternativa posible sobre el papel pero casi imposible de trasladar a la realidad de la situación política de crisis de la sociedad española.

En quince días tendremos resultados con ganadores y perdedores. Se abrirá un plazo de negociación bajo la mirada atenta de la Corona. Con la crisis catalana sin resolver, con la deuda exterior superando ya con mucho el PIB, con una Comisión europea y un Banco Central que exige más control del gasto para cumplir con los compromisos contraidos, y con una Seguridad Social necesitada de urgentes cambios para cortar esa cifra de 50.000 millones de euros en negativo. Cuatro temas que necesitarán de una gobierno fuerte y estable para afrontarlos, entre un clima social que puede crisparse y ser el sucesor o el sumatorio de la situación en Cataluña.