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Tres fórmulas posibles para evitar nuevas elecciones
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Tres fórmulas posibles para evitar nuevas elecciones

miércoles 10 de julio de 2019, 13:03h
Frente a la necesidad de construir, la voluntad de destruir. Ese es el espacio en el que se mueven nuestros líderes políticos. España necesita un gobierno con plena capacidad de actuación y poderes para afrontar los próximos cuatro años. Y lo necesita con urgencia. Y es posible bajo 3 fórmulas.

Las elecciones del 28 de abril hacen “posible” varias alternativas para lograrlo a partir de dos realidades físicas: no existe un partido con mayoría absoluta y tampoco existe el bipartidismo. Empeñarse en buscar lo primero y volver a lo segundo cueste lo que cueste es el auténtico motivo que está llevando al país a una repetición electoral en el mes de noviembre.

Los elegidos en las urnas se empeñan en ello con mucha mayor dedicación que en lo contrario. Podrían hacerlo bajo tres fórmulas pero los que tienen que tomar las decisiones prefieren someter a los ciudadanos a un largo y fatigoso estrés antes de darles una solución.

Siempre echan la culpa al otro y no asumen que su primera obligación y hasta su única y verdadera obligación es servir a España, la vea cada uno del color que quiera, de la forma que quiera y con el futuro que mejor le parezca. Diversa en su realidad pero deseosa de que le permitan las mismas oportunidades que al resto de los países que le rodean. Y estamos perdiendo el tiempo.

Primera fórmula, más ideológica que numérica y la que parecía más fácil: un gobierno de coalición entre PSOE y Podemos con sus 165 escaños de respaldo base, que en el peor de los casos saldría en segunda votación, y en el mejor en la primera con ayuda de otras fuerzas parlamentarias. La obstinación de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de exigir y amenazar, de sentarse a hablar desde los dos liderazgos personales y no desde dos equipos que discutan y elaboren un programa que luego se presente a los ciudadanos, refleja más una obsesión por destruir al que se llama compañero que una generosidad hacia el país.

Segunda fórmula, la más centrista y equilibrada, también la más improbable por el carácter narcisista de los dos líderes que deberían aprobarla, negociarla y defenderla, en el interior de sus organizaciones, ante el resto de partidos y, sobre todo, ante los electores que les llevaron a poder basarla en 180 escaños. Un gobierno presidido por Sánchez y con Albert Rivera de número dos, centrado en gestionar los cambios que tienen que afrontarse con urgencia, gusten más o menos, con reparto justo de carteras ministeriales y segundos niveles en la Administración que permitan recuperar el tiempo que ya se lleva perdido.

Tercera fórmula, la más audaz, la más generosa hacia los ciudadanos, la que evidenciaría la altura política de sus protagonistas, la de Sánchez - de nuevo como ganador al frente del Ejecutivo - y la de Pablo Casado, legitimado para ejercer de líder de la oposición por sus 66 escaños, pero también legitimado para tomar decisiones que supongan una apuesta personal y de partido por la estabilidad de España durante cuatro años que van a ser un reto para cualquier gobierno que se forme. 189 escaños para negociar en Europa, para afrontar los cambios estructurales internos, para buscar la mayor competitividad posible de nuestro tejido empresarial, para encauzar las pensiones y el paro y la educación...

Si al final y como parece no eligen - los que tienen que hacerlo - ninguna de ellas y tras los fracasos anunciados y amenazados del 23 y 25 de julio y de finales del mes de septiembre tenemos que ir de nuevo a votar los españoles, el menor de los problemas para los egoístas y timoratos dirigentes políticos que tenemos será la abstención. Un millón y medios de votantes menos pueden cambiar y mucho la atribución de escaños dependiendo dónde se produzca y a electorado afecte más.

Tres meses que llevamos perdidos y otros cuatro que pueden correr la misma suerte, con un gobierno salido de una moción de censura, con unos Presupuestos del gobierno anterior, con su capacidad legislativa mermada y en mínimos, y sin poder tomar decisiones importantes.

Todo para mirar las inevitables encuestas y descubrir que allí donde PSOE y Podemos suman ahora 165 escaños podrían sumar 169, y que la actual suma de 147 asientos en el Congreso de PP, C´s y Vox pasaría a ser de 148, con diez menos para éste último y cinco más para los otros dos compañeros en la derecha. Y España sentada mirando la representación.