www.cronicamadrid.com
La condena de Rivera ser segundo y gregario de Casado
Ampliar

La condena de Rivera ser segundo y gregario de Casado

lunes 24 de junio de 2019, 13:23h
Si vas de segundo, o lo que es lo mismo, de gregario de lujo, nunca serás el primero. Vale la afirmación para los deportes, para las finanzas y las empresas y para la política. Por eso, Albert Rivera tiene muy difícil sentarse un día en la silla de presidente del Gobierno.

El líder de Ciudadanos lleva en política desde el año 2003 cuando tras terminar la carrera de Derecha y entrar a trabajar en La Caixa se afilió a la UGT y comenzó a deambular entre la izquierda del PP y la derecha del PSOE. La creación de Ciudadanos le resolvió el dilema y convertido en su presidente se presentó como candidato en las elecciones autonómicas catalanas de 2006.

Esa oscilación hacia la derecha y la izquierda con el difuso eje liberal en el centro le ha acompañado durante los siguientes trece años. Convencido de que era un imposible llegar a la presidencia de la Generalitat y cansado de los malos resultados que cosechaba, se cambió a Madrid a probar fortuna.

Si en las elecciones generales de 2011 no existe, la posterior crisis en la UPy D de la ex-socialista Rosa Díez le abre las puertas del centro desde el que piensa construir su futuro político. un centro sociológico que desaparece y dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, en plena crisis. Las oscilaciones le sirven para conseguir tres millones y medios de votos y 40 escaños.

La presencia de Podemos empuja a los socialistas hacia el centro y Rivera decide que dará su batalla contra el Partido Popular de Mariano Rajoy. No ha podido a la primera con el presidente de los populares y la maldición de los segundos se plasma unos meses más tarde con otra derrota, con menos votos y menos escaños. Ha intentado convertirse en un “segundo de gobierno” con Pedro Sánchez pero los números no salen, y es en Andalucía donde Ciudadanos comienza a ejercer de gregario, primero de la socialista Susana Díaz, para dos años más tarde hacerlo del popular Moreno Bonilla.

Ya ha aparecido en escena Vox y “el nieto de Lucas”, el que pasaba parte de sus vacaciones en el malagueño pueblo de Cútar, del que salieron su madre y sus tíos en busca de mejor fortuna hacia Cataluña, intenta cerrar esa vía de agua a sus aspiraciones y da un salto mortal en sus declaraciones públicas: ya no lucha por el centro, ahora quiere ganarle al PP por la derecha más derecha de todas las derechas: discurso liberal en lo económico, posicionamiento ultraconservador en lo político.

Ve como otro recién llegado como él a la “Primera División” de la competición electoral ha sabido volver desde los infiernos y conquistar el gobierno de forma sorpresiva con apenas 83 escaños. Con cifras parecidas y el hundimiento que cree que va a tener el PP puede que también consiga sentarse en el sillón de La Moncloa.

Tercer intento y nueva derrota a manos del partido que ahora lidera Pablo Casado. Por poco, por apenas nueve escaños, pero derrota. Al igual que pasa en las competiciones deportivas, cuando el ganador le saca un punto o unas décimas al segundo. El primero se cuelga el oro del cuello. El segundo la plata. Es la hora de los pactos y también aquí su segundo, Villegas, pierde frente a García Egea, el nuevo secretario general de los populares. Un consuelo escaso para sus ambiciones, compartir el poder.

Con contumacia se empeña en cualquier posibilidad de acuerdo con Pedro Sánchez y el PSOE. Unido a un PP y un Vox que le atenazan. Si se produjese otro colapso institucional y hubiera que repetir elecciones generales, la diferencia que le separa de Pablo Casado como aspirante a llegar a La Moncloa se agrandaría. El tiempo juega en su contra y a favor del presidente del PP. El viejo y aparentemente gastado bipartidismo aparece entre las costuras de la política española y, mientras en el lado de la izquierda los sueños de sorpasso desde Podemos o Izquierda Unida sobre el PSOE se han volatilizado, el regreso de los votos perdidos al partido que fundara Manuel Fraga y llevara al poder José María Aznar le impedirá llegar el primero a la meta.