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El no de Rajoy y el si de Sánchez valen lo mismo
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El no de Rajoy y el si de Sánchez valen lo mismo

sábado 08 de junio de 2019, 15:23h
Los dos presidentes le dijeron al Rey lo mismo llegando desde La Moncloa y en su condición de “estar en funciones”: no tenemos los apoyos necesarios para formar gobierno.

Don Mariano le dijo que no quería ir a la investidura. Don Pedro le ha dicho que sí quiere. El no de uno y el si del otro valen y buscan lo mismo: ganar tiempo.

El entonces presidente del PP impidió a Felipe VI que le nombrara de forma oficial aspirante por lo que el que era presidente del Congreso, el socialista Patxi López, ni se planteó fijar una fecha para el necesario Pleno de la Cámara.

El hoy secretario general del PSOE ha aceptado el nombramiento pero no le ha dicho a la presidenta de la Cámara, la también socialista Batet, cuando estará en condiciones de defender su investidura ante los 347 parlamentarios. Punto de partida de los dos, los mismos 123 escaños y los mismos siete millones largos de votos en las urnas.

Dos formas de representar ante los españoles la misma función dramática: si no hay gobierno es por culpa de los otros. Y esos otros ya han dejado sobre los sillones de La Zarzuela y las mesas de redacción de los medios las mismas razones, con el protagonista principal cambiado.

Rajoy quería desgastar a sus adversarios y formar gobierno con las menores ataduras posibles. Exactamente lo mismo que quiere hacer Sánchez. Y si los argumentos son parecidos, las excusas también. España se merece estabilidad y un Ejecutivo sólido para toda la Legislatura. Los problemas están en los apoyos necesarios para lograrlo. Es aquí donde aparecen los mismos actores secundarios pero decisivos, los nacionalistas de derechas e izquierdas, los que aceptan la Constitución para cambiarla y los que no quieren cambiarla y sí alejarse de ella. Ambos grupos con los mismos derechos que los cinco grandes partidos con representación parlamentaria. De lo contrario no se habrían podido presentar a las elecciones.

PDeCat, ERC y Bildu poseen la misma legalidad democrática para sentarse a negociar y exigir una parte del poder en sus respectivos ámbitos que el PSOE, el PP, Cs, Podemos, Vox y el PNV. Y si valoramos su fuerza y representatividad por el número de escaños que han conseguido, con más razones que el tripartito navarro, el regionalista cántabro o el nacionalista camuflado canario.

Las pomposas declaraciones/declamaciones/soflamas políticas sirven para entretener al personal durante la representación teatral de los esfuerzos en los que dicen los líderes que están metidos para conseguir el mejor gobierno que, a su vez,consiga la mejor España para todos los españoles. Loable propósito que olvidan el segundo siguiente cuando cambian las varas de medir. Nadie da un paso atrás en nombre de la responsabilidad moral y social que tienen cuando aceptan convertirse en portavoces de la voluntad popular. Se trata, simplemente, de repartir el poder por cuotas.

En el inicio de 2016 Mariano Rajoy pensó que con su resistencia a la investidura se podían repetir las elecciones y mejorar sus resultados. Así fue y pasó de 123 a 137 escaños mientras los demás bajaban. Terminó volviendo a ver al Rey y aceptando el debate de investidura, tras asegurarse - por supuesto - de que un PSOE traumatizado por la guerra interna y un Ciudadanos temeroso de seguir perdiendo apoyos le dejaran via libre para salir elegido.

En este mediados de 2019 Pedro Sánchez repite jugada, razones, argumento y objetivos. Como se han mezclado las elecciones y sus consecuencias, antes de hablar del gobierno de la Nación hay dos negociaciones previas. A partir del 15 de junio sabremos quienes van a dirigir la política municipal en los grandes Ayuntamientos como Madrid, Barcelona o Valencia. Geometría variables para mezclar el poder con las ideologías o sumas de izquierda y derecha. Luego vendrán las doce autonomías que están en juego, con los mismos y parecidos problemas.

Con ese panorama resuelto el presidente en funciones decidirá fecha y condiciones para que la presidenta Batet convoque Pleno en el Congreso. Si Pablo Iglesias se empeña en estar en el Ejecutivo contra viento y marea, y Casado, Rivera y Abascal han “formalizado” sus alianzas institucionales, al margen de la Europa liberal y socialdemócrata y bendecida por Estados Unidos, habrá que volver a las urnas. Por cuarta vez en cuatro años. Puede que esa situación le favorezca, al igual que sea lo mejor que le puede pasar a Pablo Casado. Un regreso al bipartidismo con el que muchos sueñan.

Dependerá de lo que haya pasado en autonomías y ayuntamientos. De los pactos finales. Por eso y algunas cosas más, Ciudadanos, Podemos y Vox a nivel nacional; y Esquerra, PDeCat, PNV y Bildu a nivel regional se juegan buena parte de su supervivencia. Tal vez las razones finales estén más en los estudios de Freud que en los de Adam Smith. Un problema de machos alfa.