En esta España en la que desde el Ministerio de Defensa se recuerda el papel de los Ejércitos en la defensa de la integridad del estado, el Islero que va a cornear hasta buscar la muerte del presidente del Gobierno se llama Cataluña y el independentismo que alberga en varias de sus siglas políticas y en más del 40 por ciento de su población
En este agosto que ya se nos echa encima se cumplirán setenta años de la muerte en la plaza de Linares de Manolete, y hace escasos días que se cumplieron cien años del nacimiento de uno de los grandes mitos del toreo. Aquel Islero que le destrozó la femoral al entrar a matar al quinto de la tarde le han utilizado desde marcas de coches a generales españoles con proyectos atómicos. Es un nombre que evoca tragedia, por un lado, y combate cara a cara entre el hombre y la bestia, por otro.
Hoy, en esta España en la que desde el Ministerio de Defensa se recuerda el papel de los Ejércitos en la defensa de la integridad del estado, el Islero que va a cornear hasta buscar la muerte del presidente del Gobierno se llama Cataluña y el independentismo que alberga en varias de sus siglas políticas y en más del 40 por ciento de su población.
La "corrida" para que salga a la plaza ya tiene fecha, el 1 de octubre, y las características que que le van a adornar, que van a regir ese Referendum que hasta el New York Times defiende, las ha enumerado teatral y públicamente el presidente Puigdemont y el brazo derecho de su Ejecutivo, Oriol junqueras. Y si en las encuestas aparece que en unas adelantadas elecciones sería ERC la ganadora con comodidad en esos comicios y que el nuevo PD de Cat se despeñaría a una cuarta posición, los verdaderos "pitones" que pueden llevar a Mariano Rajoy a la enfermería están entre esos quinientos alcaldes que han hecho causa común con el president para que la consulta soberanista se produzca.
Aquel 28 de agosto de 1947 Islero destrozó el muslo derecho de Manolete mientras la estocada del diestro le mataba sin puntilla. El próximo 1 de octubre, las medidas fiscales y administrativas que ha puesto en marcha el gobierno de Rajoy como si de transfusiones de sangre constitucional se trataran, quieren "matar" el proyectado Referendum, pero los pitones políticos del independentismo que defienden Puigdemont y Junquera pueden llevar a la enfermería a los dos Ejecutivos, el catalán y el español.
Al torero cordobés le hicieron llegar al quirófano las dos orejas y el rabo del toro de Miura. Se quedaron allí como trofeos de la tragedia que a las cinco y siete minutos de la madrugada del día 29 se cerró con el certificado de defunción del diestro que bajó las manos y la muleta para terminar la transformación del toreo que había iniciado Juan Belmonte, el "Pasmo de Triana", dejando los pies quietos y las manos convertidas en mariposas que bailaran delante de las dos dagas del morlaco. A Rajoy, los principales de su cuadrilla: Soraya Saénz de Santamaria, Cristobal Montoro, Rafael Catalá y Juan Ignacio Zoido le pueden llevar a Moncloa los trofeos conseguidos pero va a necesitar que, al igual que ocurrió con Manolete, no le infecten con plasma sanguíneo llegado del exterior.
El presidente del Gobierno no quiere entrar en la historia como responsable de haber mandado al Ejército a "defender España en Cataluña" como sí se hizo en la República. Ni tampoco que tengan que ser la policía nacional y la guardia civil las que tengan que impedir por la fuerza la consulta soberanista con los riesgos de confrontación social en que pueden desembocar. A Manolete le llevaron sus compañeros de lidia, Gitanillo de Triana y Luís Miguel Dominguín, desde Madrid a Linares , a los doctores Giménez y Tamames para que intentaran salvarle, tras impedir Flores Camará, el apoderado, y Alvaro Domecq que Lupe Sino, la novia amante, entrara a la habitación con el dolor en los ojos y tal vez el último beso en los labios. Estaban por medio la fortuna de 30 millones de pesetas que se le suponía al torero, su madre Angustias y la mojigata y represiva España de ese tiempo, que miraba a las actrices en la pantalla en blanco y negro de los cines y con ojos codiciosos entre los martinis del Chicote, pero que puso el cartel de stop a la posible boda.
A don Mariano quieren que le ayuden Pedro Sánchez y Albert Rivera, descartado el "facultativo" Iglesias, criterios dispares en el dictamen de la cura. Y tal parece, que tan sueño de noche de verano fue aquella como puede ser este intento; de igual manera que puede quedarse en nada la "transfusión" parlamentaria de los Presupuestos que ha conseguido del PNV de Iñigo Urkullu, transmutado el dirigente vasco para la ocasión en aquel cabo de la policía, Juan Sánchez, primera sangre que recibió Manuel Laureano Rodríguez Sánchez para sustituir a la que perdía como en una catarata por el muslo destrozado.
Hoy Sayatón, el pueblo de Guadalajara en el que nació Lupe como Antonia Bronchalo, no tiene ni 90 habitantes. Puede que ninguno recuerde que su paisana tuvo que marcharse a Méjico para huir de la negrura hispana de la posguerra, que se casó allí con otro Manuel Rodríguez, que se divorció y regresó con apenas 40 años para morir el 13 de septiembre de 1959 en Madrid, el mismo día que otro Islero salía a la plaza de Las Ventas. El Luís de Guindos de entonces que se llamaba Laureano López Rodó y cien de los suyos ponían en marcha el Plan que iba a rejuvenecer España. Aquí siguen y seguimos.
