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El laberinto secreto de los Rinconete y Cortadillo de hoy
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El laberinto secreto de los Rinconete y Cortadillo de hoy

sábado 22 de abril de 2017, 17:57h

Durante 36 años Eduardo Mendoza ha conseguido que un detective sin rostro, escapado de un manicomio y peluquero de ocasión, negociador de desastres empresariales con chinos por medio y sin nombre al que apelar, sea el gran protagonista de cinco novelas que habitan entre el género negro policiaco y el humor del mismo color. Entre 1979 y 2015 el último premio Cervantes nos habla de una España que desde la Cataluña que habita en Barcelona refleja a la España que habita en Madrid. Seguro que tras observar como, bajo la mirada del Rey Felipe en el patio de la Universidad de Alcalá de Henares, hablaban de sus cosas la presidenta madrileña Cristina Cifuentes y el presidente catalán José Creuheras, ya tiene materia para una sexta novela del hombre sin rostro.

Dado que ha pasado de los laberintos a los secretos pasando por los tocadores de señoras y las criptas embrujadas, le sugiero al hijo de fiscal devenido a novelista para bien de las letras que desde nuestro Miguel de Cervantes se han escrito, un título que tenga al poblachón manchego en el que colocó a los mismos gatos que heredó de Valle Inclán por territorio, y a los políticos, empresarios y familiares que deambulan por la Audiencia Nacional como objeto de sus pesquisas: "El laberinto secreto de Rinconete y Cortadillo". Así, como de paso, le hace un homenaje a don Miguel, que buena falta le hace ahora que las letras se caen de los planes de estudio.

Es fácil encontrar en nuestra España de hoy a las copias clonadas de Pedro del Rincón y Diego Cortado, dos ejemplos de la picaresca que ha traspasado siglos y se presenta en los salones del Ritz, del Palace y en ese eje gastronómico en que se ha convertido la calle Jorge Juan y sus callejones. Si Monipodio, el jefe de aquella cofradía sevillana a la que se dirigieron los dos jóvenes hambrientos de fortuna, ha decidido en este tiempo de reivindicación femenina cambiar de sexo y transmutarse en mandataria de rompe y rasga, pues así sea.

El Madrid del PP se cae a pedazos y en su derrumbe puede acabar hasta con todos los inquilinos de Génova 13 y hasta con los que Circular y gobiernan en la Puerta del Sol y en La Moncloa. Tanto Cristina Cifuentes, que levantó hace un año las alfombras del Canal, como Mariano Rajoy que se puso al frente de las manifestaciones contra la corrupción en sus dos últimos campañas electorales, han sido llamados como testigos, esa figura a la que se le exige verdad y no se le permite mentir con el riesgo que ello comporta. Desde la izquierda del PSOE y de Podemos ya están pidiendo sus cabezas. Entra dentro de la lógica.

Lo distinto, lo que no tiene mucho sentido, es la postura de Ciudadanos que, a través de Arrimadas y Aguado, castigan sin piedad las siglas populares y a sus dirigentes pero que, sin embargo, mantienen sus apoyos para la gobernanza del país, de la Comunidad madrileña y hasta para el futuro gobierno murciano. Tal vez, Albert Rivera quiera parecerse al arsobispo de Sevilla Pedro de Castro quien, en 1610, consiguió que se prohibiesen los burdeles y al mismo tiempo se dirigía a las jóvenes que se llamaban María para que no trabajasen en ellos.

Si Donald Trump ha empleado la "madre de todas las bombas" en Afganistan para conseguir según nos dicen los suyos "matar" a 90 seguidores del ISIS, que ya es malgastar bomba para tan exiguo resultado; y ha soltado más de 50 misiles sobre la maltrecha Siria para presumir de haber destruido unas bases de aviación que siguen operativas y con militar es rusos por medio; puede que los misiles de los jueces Velasco y De la Mata, junto a esa bomba madre que es la Gurtel, si haya acabado con las pòsibilidades de aprobación de los Presupuestos Generales, con las dudas de los votos de vascos y canarios, y nos encaminemos a unas elecciones generales que en nada van a favorecer a este país tan curado de espantos como espantado por lo que le cuentan los medios de comunicación cada día.