Barbara Rey

Convertida en misil de entrepierna, la artista de Totana se ha sumergido en el silencio mientras los millones iban y venían desde Madrid a Luxemburgo con espias por medio. Historias de hace un cuarto de siglo que María Gracia García habría vivió con el emérito Rey Juan Carlos y que eran de dominio público y corrillos sociales en la Villa y Corte. Barbara lo contó casi todo y amenazó y fue amenazada; engañó y fue engañada; es un juguete roto y expuesto a la curiosidad de los españoles, que clavan alfileres en su cuerpo - que fue de diosa - como si un rito de vudú se tratara. Ella, que subía a los elefantes y no los mataba, sabe que en el circo siempre se busca el más difícil todavía. Hizo cine y la dejaron sin cámaras, hizo televisión y la dejaron sin estudio, cantó y bailó y cocinó en el jardín de su casa con presencia real incluida. Puede que sea moneda de cambio entre comisarios de policia o pantalla ocasional en está España de un susto cada día. Ya no puede ir al bingo que tanto le gusta o soltar fichas en la ruleta. Lo mejor que puede hacer es dedicarle minutos y libros a la historia de los monarcas españoles. Descubrirá que está en una lista muy larga, y que sigue.