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Entre Tejero y Armada (1)

Mi noche del 23F
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Mi noche del 23F

lunes 22 de febrero de 2016, 21:41h

A las diez de la noche con .pantalón y botas vaqueras y una cazadora de cuero. detrás del primer cordón policial que rodeaba la plaza de Neptuno para impedir el acceso a la misma y la subida hacia la Carrera de San Jerónimo, oír mi nombre del policía uniformado que estaba delante de mí me sorprendió.

Las dos palabras posteriores, a las que acompañaron su desplazamiento hacia la derecha, me hicieron dudar apenas unos segundos:

Ahora, pasa.

Sin pensarlo, de forma automática, pasé y me dirigí hacia los dos hombres que acababan de pasar ese primer círculo tras enseñar las correspondientes placas:

¿Qué tal, compañeros,?, vaya noche..

Dejé en el aire el buscado equivoco y subimos hacia el Congreso de los Diputados. Nos esperaba el segundo cordón y mientras los dos repetían la operación de enseñar sus credenciales, hice el gesto de imitarles. Bastó para que tres minutos más tarde cruzáramos la puerta del hotel Palace y nos dirigiéramos al bar.

Policías de paisano, militares de uniforme y guardias civiles se mezclaban en el hall, las escaleras, el bar y la pequeña plaza de las columnas. Se bebía y se hablaba de lo que estaba ocurriendo, sin muchas preocupación. España, la España del poder, sabía que el teniente coronel Tejero al mando de un grupo de guardias había tomado el Congreso, había secuestrado al gobierno en pleno y a los diputados de todos los partidos y estaba a la espera de una orden superior o de la presencia de un mando superior.

En el despacho del director del hotel, los generales responsables de la Guardia Civil, Aramburu Topete, y de la Policía Nacional, Sáenz de Santamaría no paraban de acercarse al Congreso para hablar con Tejero, volver al despacho y colgarse del teléfono para hablar con el general Gabeiras y con el director general de seguridad, Francisco Laína, que se había convertido por unas horas en presidente en funciones. Desde allí se comunicaba con el palacio de La Zarzuela donde esperaban noticias el rey Juan Carlos y sus dos principales ayudantes, el marqués de Mondejar y el general Sabino Fernández Campos.

Para mí esa noche había empezado a las seis y media de la tarde cuando en el transcurso de una asamblea en la redacción de Diario 16, en la que se discutía la publicación o no de un comunicado de ETA, el redactor jefe, Alberto Otaño, entregó un teletipo al director, Pedro J. Ramírez. Su cara cambió en el acto al tiempo que su primer murmullo se transformó en vozarrón:

Un grupo de guardias civiles ha tomado el Congreso, parece que el que los manda es Tejero.

Mientras unos se arremolinaron en torno a esa primera noticia y se conectaban las radios y las televisión es, otros nos acercamos a la puerta. Tres pisos más abajo estaba el diario " El Alcazar", y con las informaciones que se habían estado publicando en las últimas semanas, podían subir por las escaleras en cualquier momento.

Todos los periodistas habíamos leído los editoriales de la prensa más derechista, el articulo de Emilio Romero en ABC, la tensión por os asesinatos de ETA, los insultos al Rey en su visitas al País Vasco. Estaba en nuestra memoria el intento frustrado de la " Operación Galaxia" y el juicio que había casi absuelto al capitán Ynestrillas y al teniente coronel Tejero.

Había conocido a los dos militares y a sus familias al terminar aquel juicio gracias a su " confesor" el padre Venancio Marcos, ultra como pocos y familiar lejano de mi mujer. Una llamada y me invitó a acompañarle para festejar las buenas noticias. Las pequeñas condenas les permitían a ambos seguir en sus puestos y a Ynestrillas ascender a comandante. La buena defensa del abogado Stampa Braum - que años más defendería al director general de Seguridad de uno de los gobiernos de Felipe González - permitió que el tribunal presidido por el general Juste justificara su decisión en algo muy simple: no había sucedido nada y todo se reducía a simples conversaciones con unas copas en las manos.

Allí conocería, en el lado de la democracia, a otro militar que iba a tener un papel muy destacado años más tarde: Feliz Sanz, hoy responsable del CNI y antes Jefe del Estado Mayor de la Defensa con gobiernos del PSOE y del PP, persona de la máxima confianza de Juan Carlos I y conocedor de casi todos los secretos patrios, dentro y fuera de nuestras fronteras.

Íbamos a despedir al 23 de febrero y en la puerta del Palace, mientras dos güisquis y una gin tonic volvían a llenar nuestros vasos, apareció otro general al que, con el tiempo, conocería más a fondo en la prisión militar de Alcalá - Meco. Era Alfonso Armada, una figura clave junto al comandante José Luís Cortina para entender todo lo que pasó antes de esa fecha, lo que ocurrió entre las seis de la tarde y la una y media de la madrugada, y lo que pasaría después, hasta hoy, incluidas las " amnistías" concedidas a los generales condenados en el Consejo de Guerra entre los años 1989 y 1990. El perdón para el teniente coronel Tejero llegaría un poco más tarde.