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La única solución es que el PSOE fiche a Iglesias y el PP a Rivera

Estamos ante un evidente relevo generacional. No se trata de una revolución ni de una ruptura siquiera con el modelo establecido. Pero no por ello deja de ser tan doloroso o más para los dirigentes actuales de los dos grandes partidos de la transición del franquismo. De nuevo, como ocurrió en gran parte en 1975, tras la muerte de Franco, se abre un abismo entre dos generaciones. La de entonces, representada por Adolfo Suárez y Martín Villa, por parte de los franquistas, y Felipe González junto a Alfonso Guerra, por parte de los europeístas, tenía un amplio margen para el cambio y lo aprovecharon. Contaron además con el apoyo de los viejos, como Manuel Fraga, en las filas franquistas, o de Santiago Carrillo o Marcelino Camacho, en la izquierda.

Ahora, el margen de cambio para los jóvenes dirigentes de Podemos o Ciudadanos es mucho menor y la resistencia que están encontrando por parte de los viejos es, curiosamente, mucho más grande que la que ejercieron los franquistas en 1976. Salvo algunos veteranos sin cargos relevantes en el antiguo sistema, como Manuela Carmena, el fiscal Carlos Jiménez Villarejo o el exjefe del Estado Mayor del Ejército, José Julio Rodríguez, en el caso de Podemos, no han conseguido convencer a ninguno de los dirigentes o ex líderes del PSOE o del PP, si hablamos en este último caso de Ciudadanos, un partido que si se repiten las elecciones seguramente desaparezca y su voto vuelva al PP y al PSOE.

Tampoco los líderes del PP, que ni siquiera ha intentado una renovación generacional, ni del PSOE, al que la juventud de Pedro Sánchez, no ha logrado convencer a nadie, lo tiene fácil. Ni Rajoy, ni Aznar, ni Felipe González y mucho menos Alfonso Guerra, quieren autoinmolarse en aras de ese cambio generacional que demanda una parte de la sociedad. Tampoco los líderes sindicales, verdaderos dinosaurios de la época.

Incapaces de hacer su propia renovación generacional, la única solución sería que el PP fichase a Albert Rivera y que el PSOE hiciera otro tanto con Pablo Iglesias. Con esa solución, los viejos militantes del PP no tendrían más opción que votar a Rivera, y los del PSOE a Iglesias, que además sumarían los de los jóvenes de la derecha y de la izquierda, respectivamente. Y si no, al tiempo.