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Cuatro días de enero

Por José Manuel Pazos
No es fácil hacer un pronóstico limpio de lo que vamos a ver en las próximas semanas, pero eso de la paridad entre el euro y el dólar podría no estar tan lejos. Esperemos a ver la reacción de los mercados a lo que ocurrirá en los cuatro días finales de esta semana (reunión del BCE y elecciones en Grecia) y quizá entonces podamos saber mejor lo que nos aguarda.

Seguramente la respuesta a la pregunta que más se nos hace a los analistas estos días, ¿para cuando la paridad?, empezará a poder tejerse a partir de esta semana. Entre jueves y domingo. Entre la reunión del BCE y las elecciones griegas. El lunes 26 tendríamos que saber no solo la forma y cuantía de la QE (programa de expansión cuantitaiva) que el BCE va a lanzar, y no solo lo que han votado los griegos, sino, y más importante, qué es lo que ambos acontecimientos han desatado en los mercados. Es más importante de lo que a simple vista parece.

Decía un broker de divisas de uno de los grandes bancos europeos a uno de nuestros consultores que entre aquellos que se niegan a comprar un dólar tan caro y aquellos que quieren esperar a vender sus dólares a mejor precio, su actividad había bajado bruscamente y que esa falta de liquidez estaba afectando a los precios. Algo similar acontecía el 14 de enero en el mercado de metales: un importante broker tenía dificultades para encontrar precio en una transacción de apenas unos centenares de toneladas de cobre. Qué decir de lo que ha ocurrido con los cada vez más populares brokers de divisas que operan en la red, algunos de ellos muy conocidos por patrocinar equipos de ciclismo profesional o por su fuerte presencia en los medios de comunicación especializados.

El arranque del año en el que la economía española debería de asentar su recuperación está cambiando por completo las previsiones

Las pérdidas generadas en muchas de sus posiciones el día en el que el Banco Nacional de Suiza (BNS) anunció que abandonaba su cambio mínimo con el euro, ya ha llevado a alguno a la quiebra y otros muchos están atravesando serias dificultades para cubrir los requisitos de capital, lo que anuncia más quiebras y quizá una profunda reestructuración del sector. De nuevo causa estragos la volatilidad disparada por la liquidez desaparecida.

Como se ve, no se trata ya solo de lo que hacen los banqueros centrales, o de lo que los políticos y ciudadanos deciden. Se trata de cómo el mercado financiero reacciona. Hoy ni siquiera es fácil decir qué hará apreciarse al euro. ¿Un retraso en la QE? Probablemente sería un desastre para el euro. ¿El anuncio de una compra masiva ? Podría aliviar su presión bajista y dar alguna oportunidad a los que precisan un dólar más barato. Efectivamente es lo contrario de lo que la naturaleza de los hechos dictaría, pero este mes de enero del año en el que la economía española habría de asentar su recuperación, está cambiando por completo lo que se había conjeturado y ahora vemos cosas que parecían imposibles hace un año.

Falta de liquidez

Una de las que más estrés causa es la falta de liquidez, porque ataca a la naturaleza misma de la razón por la que existen los mercados. Solo por generar liquidez, para que la economía real disponga en todo momento de precios de compra y venta, se justifica la enorme desproporción entre las transacciones reales y las meramente financieras. No más de un 10% de las transacciones de los mercados de divisas corresponden a partidas estadísticas que se recogen en epígrafes de bienes y servicios de la balanza de pagos.

Cuando uno de los jugadores es un banco central y de repente se sale del juego al verse superado, al pánico se suma la desconfianza

Al centrarse las apuestas de un lado y desaparecer el proveedor del lado contrario, que es lo que ha ocurrido en Suiza, la liquidez desaparece, los precios se hunden, llegan las pérdidas en cajas de miles de millones y el pánico se desata. Si uno de los jugadores es un banco central y de repente sale del juego al verse superado, al pánico se suma la desconfianza. Las pérdidas de 60.000 millones del valor de las reservas suizas no es la consecuencia más importante. La desconfianza sobre hasta dónde llega el poder de los bancos centrales es mucho peor.

No es fácil hacer un pronóstico limpio de lo que vamos a ver en las próximas semanas, pero eso de la paridad entre el euro y el dólar podría no estar tan lejos. Esperemos a ver la reacción de los mercados a lo que ocurrirá en los cuatro días finales de esta semana y quizá entonces podamos saber mejor lo que nos aguarda.