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Los compromisos de Felipe VI

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
Lo mas importante de lo que será el reinado de Felipe VI comienza hoy y las claves de su éxito o de su fracaso están en el discurso que dirigió a los diputados y senadores en el hemiciclo de la Cerrera de San Jerónimo. En sus palabras están sus compromisos: de respeto institucional a cada uno de los poderes del estado y entre ellos, de forma especial, al Judicial,metal vez pensando en la inminencia del mas que posible procesamiento de su hermana Cristina por el juez Castro. También compromiso con una mayor transparencia y una mayor exigencia ética y moral de la Corona, requisito indispensable para comenzar una nueva etapa tras los sucesivos escándalos que han azotado a la Monarquía en los últimos años. Y un mensaje a la nueva generación que son Felipe representa la que tiene que coger el testigo de los que hicieron la Primera Transición de la Dictadura a la Democracia y a la que el Rey invitó, sin decirlo, a dar el relevo a los que tienen que protagonizar la necesaria y cada vez más urgente Segunda Transición, la que no tendrá sobre sus cabezas el fantasma de una historia de España cargada de asonadas y presiones militares.

La primera intervención política del nuevo Rey cumplió con lo previsto al tocar todos y cada uno de los temas que conforman las preocupaciones de los españoles de hoy desde el paro y la situación económica a las reivindicaciones diferenciales de las autonomías catalana, vasca y gallega. Un discurso medido, bien recitado pero carente de la emoción del momento histórico que se estaba viviendo.

Felipe VI tiene una dura y ambiciosa tarea por delante hasta conseguir, como el mismo ha dicho, el respeto y el cariño de todos los españoles. Su padre, al que dedicó un emocionado recuerdo muy aplaudido por todos los presentes en el Congreso, al igual que a su madre - presente en la tribuna de invitados junto a su hija Elena - que mostraba su emoción al ver a su hijo convertido en Rey y que ya ha comenzado a realizar cambios en el propio escudo de su reinado, quitando el yugo y las flechas del mismo que, si bien procedían de los mismísimos Reyes Católicos, en los últimos ochenta años se relacionaron con los sectores más duros de la derecha y del antiguo régimen.

Una nueva historia o un nuevo capítulo de la historia de España ha comenzado, con tranquilidad y dentro de las normas democráticas. Las esperanzas sobre Felipe VI son muy grandes, tal vez demasiadas si tenemos en cuenta que el Rey, reina pero no gobierna, y que gran parte de sus éxitos o fracasos ante la sociedad española dependerá de los éxitos y fracasos del gobierno de Mariano Rajoy.

Cambios que se notarán de forma rápida en la propia Casa Real y en el papel y la actitud que adopte la persona que más cerca está y va a estar del Rey y a la que se la va a observar con especial atención y que no es otra que la reina Leticia. Se la comparará con su suegra, la reina Sofía, y al mismo tiempo se le exigirá que introduzca modos y usos distintos desde su puesto de reina consorte. Es la segunda española que llega a ese puesto tras María de las Mercedes, la primera esposa de Alfonso XII, el resto de las reinas llegaron desde el extranjero y con muchas de ellas con estrechas relaciones familiares de consanguineidad, sobre todo desde la llegada de los Borbones a España.

Rey y Reina que tendrán que ganarse el respeto y el cariño de una sociedad que exige a sus representantes mucho mas que lo que sus padres exigieron a Juan Carlos I y a Sofía. España ha cambiado mucho, tiene poco que ver con el país que recibió en 1975 a la recobrada monarquía y en 1978 a una Constitución en la que el estado democrático aceptaba la forma de estado que había " gobernado" en nuestro país durante los anteriores 500 años, con apenas escasos periodos distintos entre dictaduras y repúblicas. Las primeras pruebas llegarán en el Congreso del PSOE de finales de julio, en los deseos de Referéndum en Cataluña y en un año 2015 que será crucial para la configuración política de gobiernos autonómicos, municipales y del estado. Sobre esas brasas debe caminar Felipe VI y su inteligencia será la que le evite quemarse y mantener la institución que representa.