Un Ave Fénix llamado Nadal

Sabe mejor que nadie administrar sus rodillas. Conoce los límites que tienen y cuando le dicen parar, él para. Se lo dijeron en Wimblendon, cuando la hierba londinense le avisó de los peligros que corrían. Se fue para descansar mentalmente en su Mallorca, con su familia y sus amigos y para que rótulas y ligamentos volvieran a permitirle ganar. No está acostumbrado a otra cosa. Es su ambición y su exigencia. Quiere volver a ser el número uno y no lo tiene nada fácil. Ha regresado como el Ave Fénix que es, renaciendo de las cenizas para probarse en pista dura, que la tierra la tiene ganada para siempre. Un ejemplo para los que creen que la vida no te da nuevas oportunidades: dos, tres, las que cada uno busque.