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Job, el perseguido y sus tres amigos

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
Al reclamar paciencia a los españoles y dirigir la mirada hacia el futuro, el presidente del Gobierno está siguiendo paso a paso y repitiendo la historia que sobre Job nos cuenta el Antiguo Testamento. Símbolo de la paciencia extrema ante la adversidad, el personaje real o ficticio al que la Iglesia elevó a la condición de santo ve como el Diablo, con permiso de Dios, le somete a todo tipo de tentaciones y no contento con eso y dada su voluntad de no ceder a ningún tipo de presión, le " castiga" con todos los males posibles menos el de la pérdida de la propia vida. Al final su resistencia obtiene el Gran Premio: todo lo que tenía y perdió le es devuelto y por el doble.

En hebreo, Job significa el perseguido, algo que también le cuadra a Mariano Rajoy en estos momentos. Se le reclama más contacto con los ciudadanos y más diálogo con la oposición en busca de un consenso que se considera indispensable para poder combatir la crisis y esos seis millones doscientos mil parados que son la expresión más completa y trágica de lo que está pasando en España desde hace cinco o seis años. Desde dentro y desde fuera del PP se le critica con mayor dureza según van pasando las semanas y se le insta a cambiar de política y de ministros. El se mantiene en sus trece, insiste en que el camino emprendido es el correcto, que no va a hacer caso de sugerencias " extrañas", y que de cambios en el Ejecutivo nada de nada, por lo menos hasta el otoño.

Rajoy ha hecho del cambio continuo una forma de ser y estar en política. Hace lo que debe y no lo que quiere, y quiere lo que promete y no cumple. Se sacrifica por nosotros, los españoles, y si se hace el sordo ante tantos y variados análisis y ofrecimientos es porque cree y tiene fe en el futuro, ese lugar en el que volverán los viejos tiempos y las recompensas por las penalidades, eso si sobre la paciencia y el sacrificio que exige ese dios menor que son los mercados y su gran sacerdotisa, Angela Merkel.

Si el Job de las Escrituras tenía tres amigos, que le ayudaron en los tiempos difíciles y en los cuales confiaba, nuestro moderno y gallego Job también los tiene y el pasado viernes salieron a explicarnos la enésima reforma de las previsiones sobre la economía, dándose los golpes de pecho de rigor e insistiendo en que no hay otra alternativa y que el culpable real de todo lo que esta pasando y de los ajustes sucesivos a los que se ve obligado el gobierno , es ni más ni menos que el anterior presidente, José Luis Rodríguez Zapatero y sus políticas centradas en el " pecado" de unos gastos sociales que no eran otra cosa que el haber cedido a las tentaciones del diablo del déficit público.

No es fácil identificar a los tres amigos de Rajoy en su versión mesopotámica, ya que ni Luis de Guindos, ni Cristobal Montoro y mucho menos Soraya Sáenz de Santamaría encajan en los bosquejos de retratos de sabiduría de los que nos hablan los traductores de los textos bíblicos, pero dejemos que sean la vicepresidenta y los ministros de Economía y Hacienda los que escojan a su otro yo entre Elifaz, que era el más viejo, Baibad, que era el más agresivo, y Sofar, que era el más joven y con más futuro en aquel reino de Elam.

De todo aquello, que fue real al margen de las distorsiones religiosas que se han producido a lo largo y ancho de más de dos mil años, no queda nada, las arenas del desierto y nuevas ciudades que se construyeron sobre las ruinas de las antiguas. Es lo que ocurre con las naciones, los países y las civilizaciones, que no son eternas. Y eso es lo que cree con la fe de los conversos el presidente del gobierno: que nada es para siempre, que de todos los abismos se sale, incluido el más doloroso para este comienzo del siglo XXI, aquí y ahora, el del paro.

La Iglesia colocó a Job como santo el diez de mayo. Estoy seguro de que si Mariano Rajoy consigue a base de su paciencia y de sus renuncias a lo que quiere y promete sacar a España de la crisis, los suyos le harán santo civil y hasta le sacarán en procesión electoral en los próximos comicios. Claro que, en caso contrario, le acusarán de todos los desastres y le condenarán a la hoguera de la memoria. Algo en lo que el PSOE y los socialistas ya le llevan ventaja con su antecesor en La Moncloa.