El regreso de Aguirre



BOTELLA, EN EL CALVARIO

Lo dicen los manuales: cuando no se acierta con la comunicación, no se acierta con nada. Y Ana Botella está reñida con el don de comunicar con eficacia. Su actuación desde que se produjo la tragedia del Madrid Arena ha sido un tropiezo tras otro, una sucesión de manotazos al aire, de titubeos, una constante pérdida de credibilidad y de seguridad en si misma. Botella ordenó una investigación a fondo, pero lo hizo tarde. Es lo primero que debería haber dicho, y no aquella declaración campanuda, un poco afectada, y muy poco eficaz, de que nunca, mientras ella fuera alcaldesa, permitiría alquilar un local municipal para una fiesta macro. Luego se fue a Lisboa, y lo está pagando. No sirve de nada decir que estuvo pensando en todo momento en las víctimas y en sus familias. Esa es más bien una declaración que se podía haber ahorrado, porque suena a pretexto, a justificación improvisada. Botella ha respaldado a su equipo, ha puesto la mano en el fuego por los suyos, pero conforme pasa el tiempo esos dedos se van abrasando en las noticias y detalles sobre la íntima relación de algunos de los gestores municipales con los propietarios de la empresa Diviertt. Esa es la intimidad que permitió que esa sociedad estuviera entre las privilegiadas por la administración a pesar de tener deudas con Hacienda que para cualquier otro empresario serían un impedimento radical para ser contratado. La capacidad de Botella de dar cuentas con seguridad y rigor está más que entredicho.


MAS, EN BRUSELAS

Viaje de Artur Mas a Bruselas, que es como acudir a la reunión de un club del que están a punto de echarte. El gobierno de Rajoy ha manejado bien los hilos de la independencia: el primero en decir que no se puede ser europeo y ser catalán sin ser español ha sido el gobierno de la Unión. Si te empeñas, Arturo, te quedas fuera, con lo que eso significa: menos ventas, menos exportación, menos ayudas de los fondos comunitarios, moneda propia que valdrá menos que un duro de corcho, pasaportes, fronteras, y todo eso. Ahora la pregunta a la que tienen que responder los catalanes es muy clara: “¿cuánto cuesta ser catalán? ¿qué precio hay que pagar por darle gusto a Convergencia y pretender un estado propio? La respuesta es tan dura que el propio Mas ha comenzado a caminar hacia atrás por el alambre elevado en el que estaba paseando. Mas recula y hace aspavientos para ver si es capaz de salir el solo del lío en el que se ha metido. Algunas empresas ya están pagando las graves consecuencias de este alboroto, y me temo que lo seguirán notando, porque los talibanes de Convegencia están dispuestos a hacer de esta una cuestión duradera, un largo camino tras Moisés, para llegar a la tierra prometida por los Pujol.

EL REGRESO DE AGUIRRE

Hay tal lío en Madrid, que algunos sueñan con el regreso de Esperanza, que está más ocupada de los navajazos en el partido que del turismo del ministro Soria, para quien ahora trabaja. Esperanza, de día funcionaria de turismo, de noche se ocupa de recomponer los platos rotos de los populares de Madrid. Las tortas se han desencadenado por el asunto del Madrid Arena. La Comunidad carga contra el Ayuntamiento, y desde la plaza de Cibeles se devuelve el golpe a la Comunidad. Así las cosas, algunos comienzan a plantear el regreso de Aguirre, y achacan el desorden a su retirada. Cuando alguien con mucho poder deja las cosas en manos de sus herederos, afloran las viejas rencillas, se desencadenan las luchas por el control, y se desatan aquellas tensiones que estuvieron cubiertas por el manto del control ejercido por una personalidad tan arrolladora como la de Espe, “lideresa” a la que en un momento de su carrera le faltó la oposición estimulante de un Gallardón que se quedó en Justicia, aunque aspiraba a otros menesteres. Los que echan de menos a Aguirre temen que el desorden termine por complicar las cosas y sea un preludio de la pérdida del poder municipal y comunitario. Los electores castigan estas cosas, y con Gallardón y Aguirre fuera de juego, el PP es mucho más débil. Claman por el regreso de Aguirre, pero en Génova es una operación muy mal vista. Se fue la “lideresa” y Mariano no quiere que vuelva a amargarle los días.

PAQUIRRÍN NO VENDE

La ola de natalidad nos deja muy tranquilos. No solo porque los grandes futbolistas tienen descendencia, tipo Messi, sino porque el relevo en el mundo del corazón también esta asegurado, ahora con el nacimiento del vástago de Paquirrín, alias Kiko Rivera. La vida se renueva en este otoño, y todo tiene su continuidad. Cuando nació el pequeño de Pantoja tuvo desde el primer día su lugar en los medios. Luego su madre se ocupó de convertirlo en una estrella que compartía con ella duelos y escenarios, penas y glorias. Y ahora es él quien sale del hospital con su señora y su hijo, exhibiendo material de exclusiva, enseñando la manita del nene para ver quién se anima a comprar unas fotos de posado de la dama con el hijo que le ha dado al heredero de los Pantoja/Rivera. El kilo de recién nacido no está muy allá. Rivera pide una cifra cercana a los 400 mil euros, cuando se acaban de pagar unos cuantos menos por la boda del hijo de Julio Iglesias. El recién nacido vende menos, salvo que se le añada en las fotos a la abuela, una Pantoja que atraviesa un momento delicado, y que no quiere salir y marcar al retoño con el estigma de un juicio en el que se habla de fraudes, dinero negro y otros robos. En esas condiciones, la carne se deprecia, y si quiere cobrar la exclusiva, tendrá que rebajar. Otra opción es esperar a que se haga mayor, y sacarlo a los escenarios.

SÁNCHEZ GORDILLO, EL HÉROE

Es segundo día de puente, y tomo café con un alto ejecutivo de una multinacional, que me expresa el malestar de las grandes compañías con la prensa. Es alemán y acaba de leer en la prensa nacional que una vez más, una noche más, Sánchez Gordillo será la estrella de un programa de Tele5, esa televisión a la que algunas compañías quieren retirar la publicidad pero no saben cómo anunciarlo. Tele5, me dice, se ha convertido en una tele contraria al sistema, una tele que alberga a todo aquel que quiere dinamitar en sentido figurado las bases de la propiedad privada y el capitalismo. Se queja mi anfitrión de la demagogia que reina en los medios, del tratamiento populista que están dando al asunto de las hipotecas y los desahucios. Su empresa, puntualiza, envía a la central de Londres todas las semanas un análisis de la prensa la radio y la televisión en España, porque a los inversores les interesa saber en qué marco se van a mover. Y en los últimos informes los analistas subrayan que España se va deslizando hacia un terreno en el que la defensa de la legalidad se va a hacer muy complicada. Y eso también, añade, influye en la prima de riesgo. “Con Sánchez Gordillo como nueva estrella de la televisión, precisa, España se convierte en un país de riesgo”.

CAYETANA Y LA SECESIÓN

Busco en la prensa, como cada domingo, la perla del día, y la encuentro en una portada con el rostro de Cayetana de Alba, que habla sobre la secesión pretendida por el nacionalismo catalán: “esto es muy poco patriota”, dice Cayetana. Y le dan titular de portada a una obviedad, que la cosa no es muy patriota española ya lo vemos, pero quizá este sea un patriotismo catalán que no va mucho con la decana de la aristocracia, sobre todo desde que se prohibieron los toros en el territorio de la autonomía. Como me temía, el asunto es la coña del día en Twister, donde en la noche del sábado un jocoso Quim MOnzó ya avisó de que el diario ABC venía cargado con la foto en primer plano de la duquesa, y una declaración que habrá dejado temblando a los electores de Cataluña, con un efecto en los sondeos que todavía está por medir. Si el conservadurismo español no tiene otras armas de convencimiento del personal que una declaración de la duquesa torera, entonces quiere decir que los que creemos en la unidad nacional y en los beneficios de todo tipo de mantenernos unidos, estamos perdidos y debemos tirar la toalla. Coincide la declaración de Cayetana con el anuncio de las jornadas de puertas abiertas en el Palacio de Liria, que a este paso va a convertirse en refugio de los menesterosos que no tienen más patria que las faldas de la aristocrática señora.

MARCELINO Y LOS MUERTOS

Ha sido soltar a Marcelino Iglesias en la campaña catalana y liarse parda. No se le ocurrió otra cosa al profesor de esquí que advertir de que el nacionalismo ha dejado un reguero de muertos en Europa. “Cien millones de víctimas”, dijo el ex presidente de Aragón. Y ahora los nacionalistas van a pasar quince días recordando la metedura de pata de Iglesias. Porque los cien millones de muertos son la cuenta de los triturados por el comunismo. Es cierto que el nacionalismo excluyente ha sido en Europa un arma criminal, de limpiezas étnicas, de progromos contra los judíos, los gitanos, o cualquier otro que no fuera genéticamente puro. Pero el comunismo asumió esos crímenes, los continuó y añadió el delito de clase como razón suficiente para visitar el paredón de los ejecutados. El exabrupto de Marcelino será utilizado por Mas y los suyos como un ejemplo de las amenazas que profieren los “castellanos” para detener la marea soberanista. Y el PSC en caída libre.

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