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Gran victoria de Rajoy para los grandes cambios que necesita España

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
Sólo, sin nadie de la Ejecutiva que le acompañara en su comparencia ante los medios de comunicación para aceptar la mayor derrota del PSOE en democracia, Alfredo Pérez Rubalcaba felicitó a al PP y a Mariano Rajoy por su mayoría absoluta; y pidió a su secretario general, Rodríguez Zapatero, que convoque lo antes posible un Congreso Federal para elegir a un nuevo líder. Si Rajoy, con su gran victoria, tiene por delante formar un gobierno fuerte, creíble y que acierte en las medidas que necesita este país para combatir el paro y la desesperanza de los ciudadanos; Zapatero, que no Rubalcaba, tiene que demostrar que es capaz de abrir el partido a una transformación aún más grande que la que le llevó a él al poder tras la derrota de Joaquín Almunia en el año 2000. Y unos y otros, populares y socialistas se van a encontrar con unos nacionalismos vascos y catalanes más fuertes que hace cuatro años.
El PSOE, de la mano de Alfredo Pérez Rubalcaba obtiene, por el contrario, el peor de sus resultados: se queda en 110 escaños, con una pérdida respecto a las anteriores elecciones de cuatro millones y medio de votos. Menos que Joaquín Almunia en 1996 y menos que Felipe González en las primeras elecciones tras la muerte de Franco.

Si la derrota de los socialistas y la victoria por mayoría absoluta de los populares era lo esperado, no ha sido así con el enorme avance de Amaiur, los radicales vascos próximos a ETA, que han conseguido siete escaños, superando a los nacionalistas moderados del PNV, convirtiéndose en la primera fuerza política del País Vasco, por delante de socialistas y populares. Uno de los datos a tener en cuenta para el inmediato futuro y, sin duda, uno de los problemas políticos a los que tendrá que enfrentarse Mariano Rajoy.

Algo parecido, pero sin tanta gravedad para el gobierno central y la estructura actual de España ha ocurrido en Cataluña: por primera vez en unas elecciones generales CiU ha superado al PSC en representación en el Congreso, pese a las protestas ciudadanas por los recortes en Sanidad y Educación que ha emprendido el gobierno de Artur Mas.

La gran clave del enorme cambio que se ha producido no está tanto en los votos conseguidos por el PP - que prácticamente obtiene los mismos que en 2008- sino en el desastre del PSOE y esos casi cinco millones de votos perdidos, que se han repartido entre todo ese resto de fuerzas políticas que moderan el bipartidismo de los dos grandes.

Cumplido el trámite de las urnas llega la hora de actuar para Mariano Rajoy y su futuro gobierno, que tendrán que poner en marcha y de forma inmediata las medidas que consideren oportunas para combatir la crisis y lograr la doble confianza que se necesita: por un lado, las d ellos españoles; por otro, la de Europa y los llamados mercados de deuda. Y llega la hora de un gran cambio para el socialismo español. Estas elecciones han terminado por "enterrar" a varias generaciones de líderes, desde el "rescatado" Felipe González a todos los que han acompañado a José Luís Rodríguez Zapatero.

Si el PP y Rajoy necesitan convicción, fortaleza, talento y acierto para gobernar al país; el PSOE y Zapatero necesitan mirar al futuro y dejar paso a una nueva generación de dirigentes que, con paciencia, construyan un nuevo partido. Lo que ha quedado tras la tormenta del domingo es una formación en ruinas, sin liderazgos visibles ya que todos los que hasta ahora "sonaban" como sucesores del todavía presidente han salido derrotados en sus respectivos territorios, desde Carmen Chacón a Patxi López.

Mariano Rajoy es consciente de que cuanto mayor es el apoyo en las urnas, mayor debe ser la exigencia que se imponga uno mismo, ya que eso es lo que harán los ciudadanos. En la noche electoral y por televisión, el líder del PP realizó un buen discurso: moderado, realista, integrador, un discurso de hombre de estado que es de esperar y desear se traslade al espíritu del nuevo gobierno. Las medidas de ajuste van a ser duras y tendrán que ser comprendidas y asumidas por la sociedad, y eso no durará mucho, unos meses, posiblemente hasta el verano del año próximo, A partir de ese momento, si no se ve la salida de la crisis, el problema ya no será de ningún partido, será de modelo de sociedad y de estado.

Al otro lado de la barrera política, el PSOE vio como Rodríguez Zapatero les sacaba del Purgatorio de la oposición antes de lo previsto en el año 2004, para ocho años más tarde y junto al que ha sido su vicepresidente durante unos meses y candidato llevarlo al Infierno del peor resultado de su reciente historia. Decidir el tipo de oposición que realizará el PSOE debe recaer en nuevos rostros, y no lo tienen nada fácil: si eligen celebrar un Congreso Federal en el mes de febrero esa nueva dirección tendrá que enfrentarse a otras elecciones cruciales para el socialismo como son las andaluzas, con la más que posible pérdida del que hasta ahora ha sido su gran granero de votos.

Son muchos los cambios que nos esperan a los españoles. A corto plazo y de forma perentoria los económicos, pero no son menos importantes los políticos. Y están muy relacionados los unos con los otros. Una parte de la solución a la crisis económica tiene que venir d ella mano de cambios estructurales en el estado y en la propia Constitución. El gasto público, ese caballo desbocado que ha llevado a todas las administraciones a una deuda insoportable, tiene mucho que ver con las duplicidades de funciones en la administración y la existencia de unos organismos que multiplican el despilfarro.

DEBACLE EN MADRID PARA EL PSOE Y FUTUROS MINISTERIALES PARA EL PP

El resultado de las elecciones en la Comunidad de Madrid deja a los socialistas aún peor de lo que estaban tras los comicios municipales y autonómicos. El PSOE sólo ha ganado en dos pequeños municipios Fuentidueña y Navarredonda. Ha perdido en el resto, en 177 municipios. Se ha quedado casi a la mitad de los votos y escaños del PP, menos que en 1977 y 1996 en los que logró 11 escaños. Ha visto como gran parte de sus apoyos se iban hacia UPyD e Izquierda Unida, que logran los cinco escaños que pierde el PSOE.

Si el PP aparece como un partido fuerte, lejos de los enfrentamientos cainitas de años pasados, con una presidenta con la capacidad necesaria para afrontar los cambios que necesita el territorio para combatir su propia crisis económica: y un alcalde de la capital que puede aterrizar en un Ministerio importante; el PSOE es un partido dividido, roto por dentro, municipio a municipio y en el que ninguno de sus dirigentes puede presumir frente a sus posibles rivales internos. Difícil papeleta para Tomás Gómez, que esperará al resultado del Congreso Federal para moverse en una dirección u otra. El problema está en que los cambios que tienen que hacer, hoy por hoy, no tienen rostro