Nicolás y Botín

En el madrileño callejón donde habita nuestro curioso gato, las hazañas transformistas de Nicolás Gómez Iglesias - de pequeño nada, dice el minino - pasan de puerta a puerta y de espejo a espejo: un día es espía, otro representante político, otro sagaz empresario, otro alumno aventajado...y así desde los 16 años y su irrupción en fiestas, actos oficiales y cónclaves de todo tipo. El don de la ubicuidad se diseñó para él. Lo más último que han escuchado las orejas del club de los felinos es que Nicolas supo con varias horas de antelación respecto al resto de los mortales que el presidente del banco Santander había muerto en su superapartamento de la Ciudad Financiera y así se lo comunicó a quien parece su confesor de confianza cuando las luces del amanecer se colaban por las buhardillas del poder y las campanas de los chambelanes alertaban de los grandes cambios que se avecinaban en el santa santorum de los dineros, entre lágrimas de sueños rotos y suspiros de alivio por lo que pudo ser y ya no sería.