El juego de Celia

Lleva la diputada malagueña mucha mili del Congreso a sus espaldas. Se sabe de memoria los tiempos, las frases y hasta los mutis de sus señorías. Celia Villalobos es distinta y muy poco distante. En si misma es todo un Corral de comedias que haría las delicias del manco de Lepanto o del rey Lope. Ella juega al Candy Crash mientras su jefe se pelea desde la tribuna porque le tiene confianza, sabe de su pegada cuando le atizan en el hígado, y siempre están los jueces de los medios para dar el combate cerrado con empate. Y a esperar a las nuevas Cortes para ver quien se sube al cuadrilátero de la Carrera de San Jerónimo. Celia tiene a las meigas en casa, en su almohada reposa la cabeza del oráculo de Delfos, y en el hígado de las ocas miran el,futuro antes de tomarse un foi con Tokai hungaro, que viste mas que el Sauterne del gabacheo. Celia es una joya de la Transición, el testimonio de los sueños rotos en el bulevar de Sabina. Lleva tanto tiempo diciendo lo que piensa, sin pensar muchas veces en lo que dice, que se ha ganado el derecho a pelearse en el ciberespacio.