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Angela Murillo, una antigarzonista en la Audiencia Nacional

Por Rafael Gómez Parra
jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h

Ángela María Murillo Bordallo, la magistrada de la Sala Penal de la Audiencia Nacional que se ha hecho famosa en un día por decirle a Arnaldo Otegi que “por mí cómo si quiere un vaso de vino” cuando su abogada pidió permiso para que bebiera agua, es uno de los jueces más veteranos de la Audiencia nacional donde entró hace 17 años en la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, presidida entonces por Francisco Castro Meije, y acompañada por el dirigente socialista Ventura Pérez Mariño, que fue el “verdugo” de Mario conde y que luego fue alcalde de Vigo,  y Fernando García Nicolás, que acompañó a Javier Gómez Bermúdez y a Alfonso Guevara en el tribunal del 11-M. Considerada como una “garantista” sus fallos judiciales contradijeron estuvieron durante mucho tiempo a las instrucciones de Garzón.

Fue muy criticada por las asociaciones contra la droga, junto a los otros jueces de lo Penal de la Audiencia Nacional, por acumular en un macrojuicio causas como la de la “Operación Nécora” o los Charlines, instruidas por Garzón, ya que con esa táctica los abogados de los narcotraficantes consiguieron arrancar del tribunal menores penas para sus clientes. También fue muy criticada por los agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera, que investigaron la “Operación Pitón” – tráfico de hachís de Marruecos a España, también de Garzón- por la absolución de los llamados blanqueadores de dinero negro en Ceuta.

En cambio, en el caso Argentaría, instruido por Miguel Moreiras y Manuel García Castellón, considerado clave para la condena de Mario Conde - seis años de cárcel, 18,5 millones de pesetas de multa, 600 millones de indemnización a Banesto e inhabilitación para ejercer cargos de administración de entidades financieras por apropiación indebida de 600 millones y falsedad en documento mercantil- hizo bloque con los magistrados Siro García y Ventura Pérez-Mariño.

Cuando se desató la batalla entre Garzón y Javier Gómez Bermúdez por la presidencia de la Sala de lo Penal, Angela Murillo se decantó por el segundo y fue la única magistrada que acudió a solidarizarse con él cuando estalló la polémica por el libro que escribió la mujer de Bermúdez, Elisa Beni, sobre la soledad del juez en el juicio del 11-M.

 

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