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La revolución decente de Feijóo frente a la resistencia numantina de Sánchez
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La revolución decente de Feijóo frente a la resistencia numantina de Sánchez

lunes 09 de junio de 2025, 12:57h
Decir una cosa y hacer la contraria es una vieja costumbre de la política española. No la de los últimos 48 años, que no son pocos y los vivimos muy de cerca, con quedarnos en los comienzos del siglo XIX tenemos suficiente. La diferencia está en que las mentiras corren más deprisa y los dirigentes de los partidos cuentan con la gran máquina de intoxicación que son las redes sociales para difundir en cuestión de minutos una idea, una afirmación y su contraria.

En la España de este 2025 se ven con claridad estos dos fenómenos: la derecha de Nuñez Feijóo habla de revolución decente y de contener la ira mientras llama al presidente del Gobierno y a los que le rodean capo de la mafia, sicarios y todo el resto de imágenes que pretenden situar la situación política a la altura del Chicago de Al Capone. Presume de haber congregado a cien mil personas en la plaza de España de Madrid para exigir que el líder del PSOE se vaya y convoque elecciones, pero sin arriesgar a presentar una moción de censura por no tener los votos suficientes para ganarlos. Convendría que recordara lo que hicieron otros, desde Felipe González al propio Pedro Sánchez, sabiendo que la iban a perder pero que les permitiría mostrar ante los españoles su programa de gobierno y la endeblez parlamentaria de su oponente.

La responsabilidad política de la crispación la tienen los partidos y por encima del resto, el Partido Popular,que está en su derecho de emplear las armas legales que le permite la Constitución pero que en lugar de utilizar el terreno político para las batallas se escuda en el ámbito judicial para intentar ganarlas. Un recorrido peligroso en el trayecto y aún más peligroso en la meta, sea cual sea el resultado que salga de las futuras elecciones generales, que llegarán dentro de dos años o de dos meses.

En la plaza de España era imposible que estuvieran cien mil personas. No hay sitio físico para albergarlas. Puede que la cifra de cincuenta mil que dio la Delegación del Gobierno se quede corta pero entre ambas puede estar la verdad. Las cifras son lo de menos, para el Gobierno habrá sido un fracaso y para el PP una magnífica demostración de fuerza y de unidad. En este último aspecto Feijóo y su núcleo de confianza tienen razón: el PP es un partido unido pero con estrategias personales y de futuro muy distintas, mientras que el PSOE está partido en varios trozos, al igual que lo está el Gobierno de Sánchez, al que le sobran Ministerios y estrategas de la resistencia numantina en la que se han instalado.

Entre el silencio de unos y las exageraciones de otros los españoles, cada vez más, prefieren centrarse en sus problemas profesionales, familiares y personales y alejarse de la clase política, a la que perciben como unos alienígenas que o entienden a los ciudadanos. Si vamos a estar así hasta el final de la Legislatura, tan cargados de mentiras como de ocultaciones de la verdad, terminaremos agotados y cada vez más críticos con el sistema democrático. Ese sí es un problema de primer orden.