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¿Yolanda Díaz o Pablo Iglesias?
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¿Yolanda Díaz o Pablo Iglesias?

Aunque parezca que es lo mismo la realidad es que no lo es. El hecho de que el fundador de Podemos cediera los trastos a la ministra de Trabajo y ex dirigente de Izquierda Unida tras fracasar en su asalto a ala Comunidad de Madrid no parece haber resuelto la ecuación a la que se enfrenta Unidas Podemos: ¿Yolanda Díaz o Pablo Iglesias?.

La idea, largamente madurada por el ex vicepresidente del gobierno, de dimitir para abrir la puerta a que Unidas Podemos fuera dirigida por una mujer de cara a las próximas elecciones generales parecía haber calado bien en los votantes de izquierda. De ahí que los primeros pasos de Yolanda Díaz como nueva lideresa in pectore fueron recibidos con cierto entusiasmo por muchos de los simpatizantes que habían comenzado a criticar la poca eficacia mostrada por los ministros de Unidas Podemos.

Yolanda Díaz era la única cuya actividad había cosechado algunos éxitos como el aumento del salario mínimo y su promesa de derogar la reforma laboral de Rajoy tenía más visos de cumplimiento y de mejoras reales para todos los trabajadores que otros puntos del programa negociado entre Sánchez e Iglesias.

Ni Irene Montero (Igualdad), con su ley Trans, puesta en duda por las feministas, ni Ione Belarra (Derechos Sociales), ni mucho menos Alberto Garzón (Consumo) habían logrado conectar del todo con sus votantes. El tiempo pasaba y Pablo Iglesias decidió apostar todo a la figura de Yolanda Díaz que había dejado IU unos meses antes y que no era militante de Podemos, por lo que tenía las manos libres para renovar el proyecto aprovechando, sobre todo, la buena prensa de la que gozaba la ministra de Trabajo, la única además que no molestaba aparentemente a la derecha.

No fue una tarea fácil para Iglesias convencer a los dirigentes cie Podemos del viraje táctico dado a la formación con la elección de Yolanda Díaz. A pesar de la aparente normalidad con que se acogió la dimisión de Iglesias y la designación de Yolanda Díaz, la tormenta ha ido por dentro. Varios militantes importantes decidieron pasar a un segundo plano o incluso marcharse, como la número dos de Irene Montero, la secretaria de Igualdad, Noelia Vera, o el ex secretario de Organización y diputado Alberto Rodríguez, al que su formación dejó en la estacada cuando la Junta Electoral central decidió quitarle el escaño.

Otros dirigentes de Podemos han optado por pasar al ostracismo más absoluto, solo roto muy puntualmente por la nueva secretaria general de Podemos, Belarra, casi siempre coincidiendo con las apariciones públicas de Pablo iglesias, como ahora en la campaña electoral de Castilla y León, donde este último ha vuelto a marcar los objetivos de la formación, restando importancia al apoyo dado por Sánchez a Estados Unidos en el conflicto de Ucrania o echando en cara all presidente socialista que no saliera a defender a Garzón en el tema de la carne.

El dilema de si acepta o no presentar su candidatura a las próximas elecciones parece haber paralizado el plan de Iglesias ya que la propia Yolanda Díaz ha manifestado que está harta de la forma de hacer política de los partidos después de su fracaso para convencer a sus socios de investidura de que votaran a favor cosa que no logró.

Pedro Sánchez ve con muy buenos ojos que su vicepresidenta segunda sea la nueva mujer fuerte de Unidas Podemos y ha hecho de su programa laboral uno de los puntos estrella de su legislatura, pero poco más puede hacer.

Si la candidatura de la ministra de Trabajo no saliera adelante la alternativa sería difícil y además tendría que volver a pasar por Iglesias lo que dificultaría que la elegida -porque sería mujer en todo caso- pudiera recabar la unidad de la izquierda para volver a unir lo que rompió el fundador de Podemos, a Más Madrid y a los anticapitalistas andaluces de Teresa Rodríguez, entre otros.

Las presiones sobre Yolanda Díaz, que ahora intenta reverdecer con la subida del salario mínimo hasta los 1.000 euros, van a ir en aumento en los próximos meses para que tome una decisión definitiva. Suponiendo que Sánchez convoque los comicios para finales de 2023, para finales de este año la cuestión debería estar clara, al margen de que la decisión final se pudieran alargar hasta el otoño de 2023.