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Laya, al margen del mundo
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Laya, al margen del mundo

Como les ocurre a muchos entrenadores de fútbol, la titular de Exteriores no es capaz de hallar una fórmula que le sirva si no para ganar los partidos por lo menos para que se vea y se aprecie el juego de su equipo

Arancha González Laya no acaba de encontrar su sitio en el mundo ni en su propio gobierno. En pleno traspaso de poderes de Trump a Biden y con varios conflictos graves muy cerca de España, como el Sahara, Libia o el enfrentamiento entre Turquía y Francia que amenaza a la paz en el Mediterráneo, la ministra donustiarra no ha dicho esta boca es mía.

La pandemia ha permitido que la menor actividad de los ministros quede un tanto justificada, pero la realidad es que los contactos personales de Laya con el exterior han quedado reducidos a una visita relámpago a México, un viaje a Senegal, en los últimos días, debido a los problemas migratorios hacia Canarias, una visita a Jordania para firmar un plan de ayudas económicas, su asistencia a la toma de posesión del presidente de la República Dominicana, Luis Abinader Corona,, y a una entrevista en julio con su homólogo francés Jean-Yves Le Drian.

En todos los casos, sus visitas y conversaciones han quedado inmediatamente en el olvido y pocos medios de comunicación han logrado interesarse por lo que allí ocurrió. Basta leerse las notas de prensa del Ministerio para ver la insustancialidad que denotan.

Ya en un primer momento, la figura de Arancha González Laya quedo muy relegada cuando tuvo que ser el ministro de Transportes, José Luis Abalos, el que fuera a Barajas a impedir que entrara en España la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, el 20 de enero.

En julio y en medio de las discusiones con Gran Bretaña por la aplicación del brexit, Laya se fue a ver al ministro principal del peñón, Fabian Picardo, en el marco de un viaje que la guipuzcoana hizo a los alcaldes de la zona de Gibraltar para estudiar las consecuencias de los nuevos acuerdos. Tampoco fue capaz de explicar de qué hablaron y que objetivo tenía la reunión más allá de la foto conjunta.

Procedente de la Organización Mundial del Comercio (OMS) y del Centro de Comercio Internacional (ITC, en sus siglas en inglés) se pensaba que Sánchez la había elegido para impulsar y ampliar los tratados comerciales, pero quitando el firmado con Jordania, no parece haber tenido más resultados salvo una reunión de la secretaria de Estado Cristina Gallach y su homólogo indio Vikas Swarup, para abordar “las relaciones bilaterales y asuntos de la agenda internacional”.

Con motivo de la controversia que inició el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, exigiendo a España que pida perdón por la conquista de América, Laya se limitó a tirar balones fuera afirmando que hablamos demasiado del pasado y hay que centrarse en el futuro.

Su visita a la capital mexicana, el 17 de noviembre, parece que tenía más que ver con los últimos ataques del propio Obrador acusando a las empresas españoles de saqueos y actos de corrupción a lo que Laya contestó en una entrevista a un periódico oficial que “hemos transmitido al Gobierno mexicano que nos parece injusto acusar a las empresas españolas en términos genéricos. Las empresas españolas son, como todas las empresas del mundo en su gran mayoría, en su 99,99%, como las empresas mexicanas, honradas y honestas”.

Laya prácticamente no salió de la residencia del embajador español y solo salió para entrevistarse con con su homólogo mexicano, Marcelo Ebrard; la secretaria de Economía, Graciela Márquez; la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y algunos empresarios españoles. La excusa era la celebración del 200 aniversario de la independencia de México el próximo 27 de septiembre de 2021.

Laya, convencida de que el objetivo futuro de la política exterior española está en Africa, se ha desentendido prácticamente de América y prueba de ello es que no opuso la más mínima resistencia a que fuera Pablo Iglesias a la toma de posesión del nuevo presidente boliviano, Luis Arce, acompañando al Rey Felipe VI,

Y aunque Africa parece ser su elección preferida, la realidad es que también ha pasado por encima la crisis de Libia, los problemas en el Sahara o, más recientemente, las últimas iniciativas de Trump en el Cercano Oriente con la firma de los Acuerdos de Abraham entre los Emiratos Arabes e Israel y la reciente entrevista de Netanyahu con el príncipe heredero saudí Mohamed ben Salman.