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El Covid19 lanza a Salvador Illa a la primera división
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El Covid19 lanza a Salvador Illa a la primera división

Pablo Casado da por supuesto que el ministro de Sanidad será el candidato socialista a presidente de la Generalitat en las próximas elecciones

El Covid19 ha elevado a Salvador Illa de la categoría de segundón de Miquel Iceta a la primera linea cae la política catalana si no se quema antes de que se convoquen elecciones.

Mucho se había venido especulando sobre quien podría jugar el papel de delfín de Pedro Sánchez. Se habló del ministro de Transportes, el valenciano José Luis Abalos o de la vicepresidenta Carmen Calvo e incluso de la portavoz del gobierno, María Jesús Montero, pero la pandemia ha relanzado la carrera política de un político de la cantera socialista catalana. Salvador Illa podría ser el Messi que necesita el PSC para intentar ganar las elecciones del 5 de febrero si finalmente se confirma la fecha que todo el mundo da por buena siempre que Torra acabe por irse.

Pablo Casado aha estado bastante acertado al ligar la sobre actuación del ministro de Sanidad, Salvador Illa, frente a la presidenta madrileña del PP con el rumor a voces que hablan de éste como candidato a la Generalitat catalana. Pronto se sabrá si está en lo cierto o si Miquel Iceta y Pedro Sánchez deciden otra cosa. Un buen resultado en los comicios catalanes abriría la puerta al ansiado gobierno ERC-PSC-En Comú, que reforzaría la marcha del ejecutivo de Madrid para poder cumplir los tres años restantes que quedan para las próximas elecciones generales.

Salvador Illa parece haber comprendido perfectamente la estrategia del presidente Sánchez y va camino de convertirse en su principal alumno. Hasta ahora ha conseguido que la Covid 19 no solo no le haya quemado sino que le ha convertido en la estrella del equipo.

Su actuación frente a Isabel Díaz Ayuso ha sido una demostración del “sanchismo” en política. Primero mostrarse dispuesto a ayudar en todo a la Comunidad de Madrid en el primer encuentro con el vicepresidente de Ciudadanos, Ignacio Aguado, un pardillo en política, para inmediatamente convocar una rueda de prensa al mismo tiempo que la daba el consejero de Sanidad madrileño, para decir justamente lo contrario de lo que había dicho en la mesa de negociaciones. Mientras con una mano mostraba el sombrero de copa del mago, con la otra sacaba el conejo que llevaba escondido.

Ha sabido también mantener el pulso y publicar finalmente en el BOE las medidas restrictivas contra Madrid a pesar de que Ayuso afirmaba que no eran legales, consiguiendo con esta jugada dividir incluso a dirigentes del PP entre ellos y abrir una nueva brecha entre la presidenta madrileña y Ciudadanos.

Del equipo inicial con el que Sánchez empezó la legislatura solo tres ministros han subido en el ranking político: el propio Illa, la ministra de Economía Nadia Calviño, y la de Trabajo, Yolanda Díaz.

Los tres se han dado cuenta de que no se trata de hacerlo bien sino de dar la cara como si lo tuvieran todo previsto, arreglado, aprovechando unos medios de comunicación y sobre todo unas televisiones que han perdido todo sentido crítico en el ejercicio del periodismo para centrarse únicamente en el espectáculo y ahí los chicos de la Moncloa lo bordan.

Quitando a esos tres y a Pablo Iglesias que juega un papel preferente en los planes de Sánchez, el resto de los miembros del gobierno están simplemente en el banquillo sin dar ni bola. La vice Carmen Calvo solo está para decir perogrulladas como han sido las contestaciones al veto al Rey y a la destitución judicial de Torra. Abalos es la sombra de lo que fue en la legislatura anterior y Teresa Ribera ya no habla dio de ecología. D e los demás ni siquiera se habla salvo Alberto Garzón cuando se mete con el Rey o Irene Montero cuando sale en Vanity Fair siguiendo los pasos de las chicas de Zapatero.