El choque es inevitable y Pedro Sánchez tendrá que aceptar que las ideas de Pablo Iglesias chocan con los planes de la misma Europa
Las diferencias dentro del Gobierno llevan a los ministros a decir una cosa y la contraria en apenas unas horas. Existen dos maneras de entender España y dos proyectos para el inmediato futuro. El choque es inevitable y Pedro Sánchez tendrá que aceptar que las ideas de Pablo Iglesias chocan con los planes de la misma Europa a la que vamos a pedir más de cien mil millones.
Si desde el Ministerio de Sanidad ponen negro sobre blanco para que no haya rebajas en los grandes almacenes, desde Industria y Comercio les corrigen y sólo piden que se eviten las aglomeraciones. Si la España turística comienza a preparar hoteles y playas para recibir con cuentagotas a los ansiados visitantes, va el el ministro Illa y plantea cuarentenas de catorce días para todos aquellos que aterricen en nuestro país. De inmediato, Europa le dice que así es imposible establecer un “corredor turístico” que permita reactivar un sector tan crucial para nosotros como es el turismo.
Europa nos sugiere que pidamos el rescate de nuestra economía para ahorrarnos dos mil millones de euros y la ministra Calviño ve la tabla de salvación a partir de los tres “planes” que desde Bruselas han diseñado para hacer llegar los primeros veintitres mil millones, que serán como agua de mayo aunque llegue en junio. Parches para sujetar la crisis que se asoma con toda su crudeza en esas largas colas que reflejan el hambre que existe en centenares de miles de hogares.
Desde Unidas Podemos quieren imponer un nuevo impuesto, para los más ricos, que es una trampa desde su propio enunciado. Los técnicos de Hacienda saben desde siempre que la gran masa impositiva no está en esas mil familias muy ricas que existen en España, que el granero está en la amplia clase media, a la que nuevos impuestos puede golpear con tanta dureza que algunos de sus miembros tengan que engrosar laas colas de del hambre.
A Pablo Iglesias, que no hace otra cosa que cumplir con el programa con el que, junto a Alberto Garzón, presentó a Unidas Podemos a las últimas elecciones generales, le ha contestado de inmediato la titular de Hacienda y portavoz gubernamental, María Jesús Montero, negando que el Gobierno tenga pensado imponer ese “impuesto para los ricos “. Claro que esas diferencias se solapan con las obligaciones que se quieren imponer a aswesores fiscales y abogados para que “denuncien” a todos los clientes que quieren llevar capitales fuera de nuestras fronteras.
A las diferencias sobre las medidas sanitarias que nos permitan vencer al Covid 19, se añaden las económicas y sociales. Dentro del Gobierno por las dos almas que lo habitan, y sobre todo en el choque con la oposición. Cuando más falta hace que los políticos busquen una base común de “salvación” para el país, más se periciben sus diferencias. Hoy, ni Pedro Sánchez, ni Pablo Casado parecen buscar un punto de encuentro. Tal vez por ese imposible el presidente del Gobierno quiere que su sexta prórroga sea de un mes en lugar de los habituales quince días, y que intente consolidar la exigua pero suficiente mayoría absoluta en la que el PNV y Ciudadanos son indispensables.
Más pronto que tarde el socialismo que lidera su secretario general tendrá que decidir que apoyos necesita para convencer a los españoles de las duras medidas económicas que por fuerza va a tener que imponer. Todos los datos llegan al mismo punto final: España ya tiene la mayor deuda de su historia, necesita la mayor ayuda de su historia, y no tiene capacidad por sí sola de salir del mayor agujero de nuestra historia. Las ayudas, con un nombre u otro, tendrán un precio. Y la pregunta que el presidente tiene que hacerle a su vicepresidente segundo es muy directa: ¿ están desde Unidas Podemos dispuestos a pagarlo ?.
