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Parole, parole, parole

“Parole, parole, parole”, cantaba la italiana Mina en el siglo pasado. Una canción que define perfectamente a lo quue se dedica la clase política española -la vieja y la nueva- ante los graves problemas que vive la población española -la catalana, la vasca y la gallega, también- sin que se pueda vislumbrar una sola propuesta clara por parte de ninguno de los partidos.

Los comentarios de los políticos se parecen cada vez a los de los tertulianos que hablan de todo y no saben de nada. De hecho es muy difícil ser un comentarista en la actualidad si realmente sabes de lo que hablas. Y la cuesta abajo no tiene fin, llegaremos al punto de que para ser político lo mejor será no saber nada, solo hablar. Alguno de los nuevos candidatos a presidente del Gobierno del Reino de España ya están en esos terrenos: hablar de generalidades y no decir nada. Es verdad que muchos de los viejos políticos ni siquiera hablan y cuando lo hacen “sube el pan”, en otra vieja expresión popular.

El proceso de cambio que necesitaba España se está deshaciendo – no haciendo- de una manera cada vez más caótica y preparando, si no se enmienda, que cualquier día aparezca un Salvador, al estilo italiano: un Berlusconi cualquier, o el cómico Beppe Grillo. La otra alternativa es casi tan mala como las anteriores, que se vuelva al sistema de dos partidos, PP y PSOE y sigan campando a sus anchas.