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Dos dinosaurios aplastados por la crisis económica y la generacional
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Dos dinosaurios aplastados por la crisis económica y la generacional

La imagen que transmiten los dos viejos dirigentes sindicales, de las otrora poderosas organizaciones, UGT y Comisiones Obreras, es la de una foto de hace decenas de años. Incapaces de haber sobrevivido a la crisis económica del capitalismo, como los dinosaurios no pudieron evitar su extinción ante la caída del meteorito, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez han optado prácticamente por desaparecer del mapa sin atreverse casi a salir la palestra ante los graves y nuevos acontecimientos políticos y sociales que están ocurriendo en España. En sus pocas comparecencias hablan de generalidades o no hablan, se miran y hasta parecen un tanto temerosos de lo que les pueda caer en los próximos años. Lo único que les salva es que la crisis del sindicalismo a escala internacional y nacional hace que hoy por hoy no tengan alternativa.

Los dos líderes sindicales han sido, como les ha ocurrido a los dos grandes partidos, PP y PSOE, también incapaces de hacer un relevo generacional serio, en parte porque nadie se lo ha demandado con fuerza, y en otra gran parte, porque no han sabido creara nuevos valores más acordes con las circunstancias.

Salvo el ligero incidente -sin mayor repercusión- que protagonizaron con Pedro Sánchez cuando éste se negó a aceptar que si llegaba a la Moncloa eliminaría la reforma constitucional que pactaron Rajoy y Rubalcaba para fijar un tope al déficit, así como al reforma laboral impulsada por el PP, los sindicatos han sido un cero a la izquierda en la campaña electoral. Ni siquiera han participado en un mitin significativo, ni nadie les ha pedido que lo hagan. Ni siquiera los intentos de Rajoy de llamarles de vez en cuando a la Moncloa para hablar con ellos, han servido para que sean objeto de noticias trascendentes, más bien todo lo contrario. De ser uno de los pilares de la izquierda española y de protagonizar algunas huelgas importantes han pasado rápido y de golpe a jugar un papel casi irrelevante sino fuera porque todavía en las grandes empresas se prefiere como interlocutores válidos a los sindicatos frente a los modelos más asamblearios.

Ni Cándido Méndez, que se negó a dimitir tocado por los casos de corrupción de la cúpula de UGT de Andalucía, ni Ignacio Fernández Toxo han sabido adaptar la lucha sindical a los nuevos tiempos. Incluso en los próximos años la reforma constitucional podría tocar el propio corazón económico de los sindicatos, que en realidad sobreviven gracias a las subvenciones públicas, un tema que la Constitución de 1978 consagró y que ahora podría también cambiar, lo que sería su extinción total.