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Madrid y Barça cambian sus papeles


Un Real Madrid nervioso en la defensa, fundido físicamente en el centro y sin puntería en la delantera se ha convertido en el galgo que corre detrás de la liebre, cambiando papeles con el Barcelona. Han bastado cuatro partidos para que sucediera lo que ya se adivinaba tras las lesiones de Modric, Sergio, James y Cristiano; y la acumulación de partidos y cansancio de Kroos e Isco.

Ancelotti ha dejado sin pulmones al equipo, y sin pulmones el balón no llega en buenas condiciones a la triplete que tenía que meter miedo a los rivales, metidos Bale, Benzema y el propio Cristiano en una espiral de fallos e ineficacia ante la puerta del rival que hace temer lo peor para los blancos. Si sigue jugando así, recibiendo goles a balón parado que nunca deberían producirse y sin apenas inquietar al portero del equipo contrario, el desastre en Europa llegará más pronto que tarde.

El Madrid fracasó en la Copa ante los rojiblancos de Simeone, lleva camino de fracasar en la Liga donde el Barcelona de Luis Enrique se muestra poderoso de la mano de Messi, que ya ha igualado a Ronaldo al frente de la tabla de goleadores, y si se despide de la Champions volverá al infierno en el que se ha movido en los últimos años, salvados tan solo por la carambola afortunada de la final de Lisboa.

En el canódromo, los galgos nunca atrapan a la liebre mecánica, que corre más veloz que sus perseguidores, y hoy por hoy el conjunto catalán se ha transformado en esa liebre a la que no parece que puedan alcanzar ni los galgos, ni los podencos. El choque estelar entre los dos grandes de nuestro fútbol puede significar la puntilla para Ancelotti o la ansiada resurrección que ansían todos los seguidores blancos.

Desde la sombra alargada del palco presidencial, Florentino Pérez no se puede permitir un nuevo fracaso similar al que le llevó a dimitir, para arrepentirse en el minuto uno cuando vió los derroteros que tomaba el club bajo la presidencia de Fernando Martín. Los socios aguantan casi todo siempre que se consigan títulos. Es así de trágico el mundo del fútbol. No le bastan operaciones gigantescas de estadios grandiosos, sobre todo cuando la justicia dice no y tu principal valedor abandona el poder político y administrativo.

El Madrid de inicio de la Liga no se parece en nada al actual. Sus jugadores están mal físicamente por la falta de rotaciones, pese a tener una competición menos en sus botas. Sus estrellas han sido tragadas por un enorme agujero negro. Y los nervios comienzan a aflorar en las zonas del dinero y los fichajes, con directivos que pide cambios drásticos en el banquillo y en la nómina de los jugadores.
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