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Las monarquías empresariales

Las repentinas muertes de dos de los más altos (no de estatura) empresarios españoles ha puesto de evidencia, también de manera súbita, que la democracia directa todavía no ha llegado en España a las grandes empresas y que lo que sigue funcionando son las monarquías empresariales y que la sucesión tanto de Emilio Botín (Banco de Santander) como de Isidoro Alvarez (El Corte Inglés) se ha realizado siguiendo un procedimiento parecido al que la otra gran empresa que es el Estado español utilizó para nombrar sucesor de Juan Carlos I (por cierto todos los periodistas que le ponían el don se lo han quitado) en la persona de su hijo Felipe VI. En los casos de las sociedades han sido los consejos de administración los que han decidido poner a la hija del primero, Ana Patricia Botín, y que pondrán al sobrino del segundo, Dimas Gimeno, al frente. En la monarquías español fue el Consejo de Administración -alias Gobierno y Cortes Generales- lo que hicieron el paripé de votar al único candidato.

Aunque parezca una contradicción, la realidad, 225 años después de la Revolución francesa que tenía como objetivo funadmental acabar con las monarquías absolutas y hereditarias, el sistema electoral basado en la sangre (ahora se diría el ADN) tiene una gran vigencia y no solo sigue vigente en los Estados como el británico, el holandés, el sueco o el español, sino que se ha impuesto sobre la gran burguesía.