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Los reyes de los 195,6271 metros cuadrados



Sus reinos no llegan a los doscientos metros cuadrados de superficie. Dos rectángulos que se han convertido en los símbolos de los dos mejores jugadores de la historia del tenis. Dos reyes a los que resultará muy difícil sustituir en sus tronos, una hazaña posible pero que estará sólo al alcance de otros dos elegidos a los que la diosa Fortuna les premie por su talento, por su esfuerzo y por la fe que tengan en ellos mismos. En el territorio verde del All England Lawn Tennis and Croquet Club reina Roger Federer, un suizo que en 2003, con sólo 21 años, tomó el poder y no lo soltó hasta que en 2008 el otro rey, el del país de la tierra batida que se bautizó con el nombre del aviador muerto en combate, tomaría el cetro del tenis mundial con 22 años llenos de rabia, de fuerza y de ambición, nacido en la isla de Mallorca y bautizado como Rafael Nadal.

En Wimblendon, para ganar a su indiscutible rey, los dos aspirantes al trono han necesitado más de cuatro horas de dura batalla a lo largo y ancho de cinco apretados set. Nadal comenzó en 2008 como una apisonadora : 6-4 y 6-4 para ver como Federer le igualaba con dos 6-7 y ambos se enzarzaban en uno de los combates más brillantes, más apasionantes, más bonitos de la historia de este deporte para terminar con un apretado 9-7 tras cuatro horas y 46 minutos de gloria. Seis años más tarde, el otro aspirante a un trono - que no tiene y es muy difícil que lo tenga salvo que piense y se centre en conseguirlo en Estados Unidos o Australia - el serbio Djokovic, ha tenido que estar otras cuatro horas sobre la verde hierba del torneo más antiguo y con mas tradición del mundo para doblegar a Sir Roger por otro apretado 6-7, 6-4, 7-6, 5-7 y 6-4, que impidió al sorprendente suizo apuntarse su decimoctavo Grand Slam y romper el empate que tenía y tiene con el norteamericano Pete Sampras en el rectángulo del All England Club.

En Roland Garros, los pies sobre la tierra y la raqueta en la mano izquierda, como si de una espada o una lanza de justas se tratara, el rey Nadal domina su territorio sin que nadie le haga sombra. Nueve títulos ganados en otros tantos combates, tan épicos y ante los mismos adversarios que en la verde Inglaterra. Exigentes hasta la extenuación, difíciles hasta las lágrimas, inigualables para los tres protagonistas de los dos reinos. En la historia aparece un argentino de larga cabellera y amores principescos, Guillermo Vilas. Están los cuatro mosqueteros que dieron a Francia su primera Copa Davis con René Lacoste a la cabeza y españoles de muñeca mágica y hambre de postguerra como Manolo Santana. Y el gran vikingo destronado, Bjorn Borg, preso de sus fantasmas, prófugo de su propio éxito.

Roger Federer y Rafael Nadal ya son leyendas deportivas. Nole Djokovic es tan sólo un gran campeón, capaz de vencer a los mismísimos dioses pero enfrentado a una maldición: en su tiempo, en su deambular por los reinos de la hierba y la arcilla se encontró con dos Nibelungos que le han cerrado las puertas del recinto mágico, del Olimpo que perdura en la memoria de los hombres.