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PP: la casa de los líos

Por Rafael Gómez Parra
Con la crisis pisándole los talones y el 15-M desafiándole directamente, Mariano Rajoy podría encontrarse en cualquier momento con un nuevo problema en el interior del PP con unos barones cada vez más belicosos que quieren afianzar su poder en el partido antes de que los mercados acaben con el liderazgo del actual presidente del Gobierno. Si hace unas semanas era Esperanza Aguirre la que calentaba la situación subiendo los billetes de transporte urbano casi un 30% y pidiendo que se cobre peaje en las autovías, y antes Jaime Mayor Oreja el que se oponía a los planes de reinserción de presos de ETA diseñado por el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ahora ha sido Javier Arenas el que quiere instalarse en Madrid como senador y para ejercer con más fuerza su cargo de vicesecretario de Política Municipal y Autonómica, lo que ha puesto de los nervios a la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, con la que se lleva fatal. Y, por medio, el rechazo de otro peso pesado del partido, Rodrigo Rato, a aceptar los planes del Gobierno sobre Bankia.
Con su habitual estilo de “aquí no pasa nada y no tengo nada que decir”, Rajoy intenta que las aguas vuelvan a su cauce de manera natural, pero los cronistas políticos que en el mes de febrero daban a su Gobierno un año de vida como mucho, ahora se preguntan si conseguirá llegar al otoño con unos ministros que en las encuestas del CIS no consiguen siquiera llegar a rozar el aprobado y la mayoría se queda por debajo del tres (en una puntuación de 0 a 10), bastante peor que la que “disfrutaban” los ministros socialistas en el último año de Zapatero. Esta incertidumbre es la que hace que los barones se pongan nerviosos y traten de escalar puestos como sea para que la caída de Rajoy les pille en las mejores condiciones posibles.

El Congreso de Sevilla, celebrado en marzo pasado deprisa y corriendo para tratar de lanzar a Javier Arenas a la mayoría absoluta en Andalucía fue un verdadero desastre en sus resultados internos y además tampoco sirvió para “colocar” al líder andaluz, más bien para todo lo contrario y fue el primer desastre electoral de Rajoy, junto a la derrota sin paliativos en Asturias.

El reparto de cargos en el interior del partido no resolvió la enemistad palpable entre Cospedal y el dúo Arenas-Mato, por un lado, ni la nula relación que existe entre la secretaria general y la mano derecha de Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría. Ni por supuesto, sirvió para colocar los mimbres de la próxima sucesión de Esperanza Aguirre en Madrid, una Comunidad que cada día se mueve más al libre albedrío de la lideresa. Por no hablar de los “cánceres” creados por Francisco Alvarez Cascos en Asturias o el que se avecina en el País Vasco.

La versión de que Rajo había dado todo el poder en el partido a De Cospedal, solo se la creyó la propia protagonista que habría tenido que aceptar como secretario de Organización y Electoral a un hombre de Soraya Saénz de Santamaría, Carlos Floriano, que actúa como co portavoz del PP, casi al mismo nivel que la secretaria general. Además, el “acuerdo” entre Rajoy y De Cospedal para turnarse en los Congresos regionales: “tu a uno, yo a otro”, hace que crezca la idea de distanciamiento entre ambos. Floriano, que en un principio se recorrió todas las radios y televisiones, tratando de convertirse en el interlocutor de los medios de comunicación, no ha tenido ningún éxito y los periodistas ni siquiera le llaman para saber lo que ocurre. Un poco lo mismo de lo que le ocurría a Esteban González Pons, pero encima con mucha menos “labia”.

Desde La Moncloa se insta a Dolores de Cospedal y a Carlos Floriano que den la cara a favor del Gobierno de Rajoy y que contesten a los ataques de la oposición , fundamentalmente del PSOE, dejando a Soraya Sáenz de Santamaría para su labor de “Lisa Simpsons” (la niña buena de la serie televisiva) durante las ruedas de prensa de los viernes, tras el Consejo de Ministros. Pero ni De Cospedal parece dispuesta a convertirse en el “látigo” de Rubalcaba, ni Floriano da la talla, ya que a pesar de ser catedrático de Economía Aplicada no ha dicho ni una palabra sobre la crisis financiera –ni siquiera le preguntan- y, como Arenas, perdió una y otra vez las elecciones frente a los socialistas cuando era líder del PP extremeño. Tuvo más éxito Pepe Blanco , al frente del PSOE, en el primer periodo de Zapatero, que De Cospedal y Floriano en el primer Gobierno de Rajoy.

Además, al igual que les ocurrió a los dirigentes socialistas y a Gallardón en el PP, los altos cargos de Génova “sueñan” con entrar algún día en el Gobierno de Rajoy porque una “cartera” vale más que el “monedero” del partido. Eso ya lo consiguió Ana Mato, uno de los personajes más planos del partido de la derecha española donde ni sus propios dirigentes saben explicar las simpatías que esta mujer despierta en Rajoy, casi al mismo nivel que la ministra de Fomento, Ana Pastor, prácticamente desaparecida frente a los ministros de Economía y de Hacienda, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, respectivamente.

La posibilidad de que Rajoy ofreciera un cargo en el Gobierno a Dolores de Cospedal a cambio de dejar el camino libre a Arenas en la calle Génova se ha barajado en estos días, aunque no sea más que un juego teórico ya que, por muy mal que lo tenga, el líder del PP no va a hacer una crisis gubernamental hasta el próximo otoño, como muy pronto y para enero como el objetivo más posible, fecha en la que Rajoy tendrá que jugarse el todo por el todo, si es que consigue llegar indemne de los mordiscos de los mercados financieros.

Buscando una salida para Rato
Una de las papeletas que tiene que resolver Rajoy en los próximos días es el futuro del ex presidente de Bankia, Rodrigo Rato, si no quiere que le lleve a una situación parecida a la que provocó Francisco Alvarez Cascos cuando le dejaron “tirado” tras la derrota electoral de 2004 y se encontró sin ingresos suficientes para mantener su nivel de vida. Ya se sabe que los “liberales” que siempre presumen de que en la empresa privada ganarían más que en la pública acaban haciendo lo contrario de lo que proclaman y se agarran a los cargos oficiales en cuanto pueden.

Rato, que tras su cese al frente del Fondo Monetario Internacional, donde no se enteró de la crisis que se avecinaba y donde ha habido incluso intentos de acusarle de falta de profesionalidad, tuvo que vivir prácticamente de la ”caridad” de Esperanza Aguirre que le encargó varias conferencias y le abrió las puertas de otros tantos foros económicos en Madrid, mientras trataba de hacerse un hueco en algunos consejos de administración,. Al final, la solución fue darle la presidencia de Caja Madrid, de donde ha sido defenestrado precisamente por un informe de sus antiguos subordinados en el FMI que no parecen perdonarle su mala gestión al frente del ente económico internacional.