La artista madrileña Elena Blasco expone 140 obras, entre pinturas, esculturas y dibujos coloridos y sorprendentes

28/3/2012.- Algunas piezas de las que se muestran en la Sala Alcalá 31 desde el jueves 29 van acompañadas de textos breves en los que la artista deja asomar su característica ironía.

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
El vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte del Gobierno regional, Ignacio González, ha presentado la exposición 'Millones y abundantes razones', de la artista madrileña Elena Blasco.

Esta muestra podrá visitarse en la Sala Comunidad de Madrid-Alcalá 31, del 29 de marzo al 20 de mayo. Junto a González participaron en la presentación la comisaria de la muestra, la crítica de arte y editora Alicia Murría, así como la propia artista.

La exposición consta de 140 obras producidas a lo largo de más de tres décadas. La selección fue realizada por Murría, con objeto de recorrer las diferentes etapas de la producción de la artista. Para ello, ha seleccionado obras significativas, incluyendo pintura, escultura, fotografía, instalaciones, dibujo y obra gráfica.

González ha dicho que por medio de estas piezas se pueden observar los rasgos más característicos de su trabajo que revelan, según ha indicado, "un espíritu libre e innovador que combina con soltura técnicas, temas, medios expresivos y elementos plásticos para conseguir una original y singular obra".

La forma de trabajar de Elena Blasco ha sido pionera a la hora de combinar materiales extraordinariamente diversos, logrando transgredir con naturalidad las fronteras entre pintura, fotografía y escultura. Sus objetos pueden surgir de la superficie del cuadro para invadir el espacio o a la inversa, como si se empeñasen en regresar al interior del lienzo.

En sus trabajos, Blasco mezcla paisajes con telas estampadas; coloca cuadros del revés o los acumula, componiendo una cascada multicolor; combina piezas que no encajan entre sí, e introduce personajes, formas o materiales que establecen extrañas fricciones y una voluntaria inestabilidad narrativa.

Blasco consigue que sus obras adquieran una aparente inmediatez y agilidad, como si el azar rigiese una forma de hacer en la que, sin embargo, todo surge de una meticulosa preparación. Los aspectos íntimos o autobiográficos aparecen tamizados por la distancia y la ironía.

Entre los recursos de los que se sirve la artista madrileña, destaca un lenguaje desbordante y de aspecto anárquico donde el humor juega un papel determinante. Su obra aparece poblada de guiños, de humor, de comentarios ácidos bajo una apariencia de juego desenfadado, y también aparece cierta inocencia y banalidad, que esconcen su rebeldía y actitud crítica ante ciertos prejuicios y comportamientos, tanto en el ámbito privado como en la vida pública.

Ignacio González ha destacado que la exposición es una restrospectiva de la historia de la artista madrileña en los últimos 30 años, que ha definido como "alegre, fresca, ocurrente, original y singular" y que toca temas actuales como la violencia y la naturaleza en varios formatos: cuadros, fotos, esculturas, etcétera. "Destaca su fina ironía y sentido del humor tras un espíritu rebelde. La idea es estar permantentemente en cambio", ha agregado.

La Sala Comunidad de Madrid-Alcalá 31 (C/ Alcalá, 31. Madrid) ofrecerá visitas guiadas gratuitas a la exposición en el siguiente horario: miércoles a las 12 horas; sábados a las 12, 13, 18 y 19 horas; y los domingos a las 12 y 13 horas.

SIEMPRE AL MARGEN DE GRUPOS Y ESTILOS

Elena Blasco nació en Madrid en 1950. Se licenció en Bellas Artes y se diplomó en Fotografía y Decoración. Es pintora, escultora y docente. Realizó su primera exposición en 1976, una década en la que convivían las experiencias conceptuales y las actitudes políticas, junto a la denominada 'nueva figuración madrileña', que reivindicaba un retorno a la pintura y a su potencialidad expresiva y conceptual.

Sin embargo, su obra camina al margen de estas corrientes, como también lo haría, en los años 80, respecto a las influencias neo-expresionistas que recorrieron la pintura de aquellos años.

La no pertenencia a grupos o estilos determinados que, en cierto modo, mantiene a la artista madrileña al margen, corrió a su favor en los años noventa, caracterizados por criterios más abiertos y eclécticos. Es entonces cuando su obra comienza a ser más apreciada, entrando a formar parte de importantes colecciones privadas y públicas de arte contemporáneo, y siendo reivindicada hasta hoy por artistas mucho más jóvenes con quienes a menudo se la identifica.
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