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Luis Guindos: el vuelo del tecnócrata

Por Rafael Gómez Parra
Los madrileños más castizos ya le han puesto mote: “te guindo”, que viene a ser un “te robo” coloquial El nuevo ministro de Economía ha dado permiso a los bancos para que dejen de pagar las llamadas obligaciones preferentes, un producto financiero en el que miles de familias tienen su ahorros.
Llamar reforma laboral a la serie de medidas que se ha sacado de la manga el Gobierno de Rajoy parece una broma, ya que no son más que la continuación de los cambios que inició Zapatero en mayo de 2010, obligado por Bruselas, y que solo tienen un objetivo concreto: abaratar lo máximo el despido de los trabajadores. La generalización de la indemnización de 33 días por año trabajado, con un máximo de dos años ya venía en las reformas anteriores , lo mismo que los 20 días en el caso de empresas con pérdidas. Lo único que añade la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, es agilizar los trámites y eliminar garantías de los trabajadores. Y quien se piense que con esta reforma se han acabado los cambios está también equivocado porque los empresarios, la CEOE especialmente, a lo que quiere llegar es a que se pueda contratar sin reglas fijas previas, sin convenios laborales, y que se pueda despedir gratis. Ese es el objetivo final. El modelo ideal para los empresarios es lo que ha propuesto a Esperanza Aguirre el multimillonario norteamericano de Las Vegas, Sheldon Adelson, que se le anulen todas las leyes y que se le permita campar a sus anchas. Los objetivos del Gobierno de Rajoy ya han quedado claros en los dos primeros meses de existencia: que los ciudadanos paguen a la gran banca la enorme deuda pública y privada que mantiene España y nada más. Ni va a haber cambio del modelo industrial, ni va a haber más obra pública. Los artífices de este plan en el Gobierno de Rajoy son el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el encargado del cobro, a través de las subidas de impuestos, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, un analista financiero que desprecia a las empresas y a los trabajadores, para el que solo existen los mercados. Comentaban los periodistas -en privado porque en público sus periódicos no les permite contarlo- que la rueda de prensa que Luis de Guindos dio antes de que el Consejo de Ministros aprobara las nuevas medidas para reestructurar –también por enésima vez- el sector financiero, fue kafkiana y que nadie se enteró de nada porque todo lo que decía el ministro parecía vano y lleno de palabras huecas, que no decían nada. Cualquier de los lectores puede comprobar, entrando en Youtube y bajándose alguna entrevista que le han hecho a De Guindos, a ver si encuentra algo sólido en lo que dice. Ni “papa” como dicen los gaditanos en Carnavales. En la larga trayectoria de casi treinta años desde que ganó las oposiciones a Técnico Comercial del Estado –véase que todo los neoliberales lo primero que hacen es conseguir ser funcionarios para luego alternar entre lo público y lo privado- Luis de Guindos no ha tenido ni la más mínima relación con el mundo de la empresa y siempre se ha movido en el campo de las sociedades de control, com PriceWaterhouse Coopers, o en las de especulación como ABB Asesores o Lehman Brothers, donde justamente era el director para España y Portugal cuando se produjo su quiebra, en septiembre de 2008, que provocó la caída en picado del sector financiero. Como en el caso de otros dirigentes europeos, como el nuevo presidente del Banco central Europeo, Mario Draghi, o el primer ministro italiano Mario Monti, se ha cumplido el hecho de que quienes han provocado la ruina de norteamericanos y europeos han sido ascendidos a los primeros puestos de la Política económica. En el caso de Luis de Guindos, los inversores españoles y portugueses afectados perdieron no menos de 1.000 millones de euros en la quiebra. En Estados Unidos hubiera sido investigado y hubiera tenido que dar explicaciones de su cometido, pero en España ningún banquero ha tenido el más mínimo problema ni con la Justicia ni con los políticos Su primera medida, al llegar al Ministerio, ha sido la de legalizar el robo que los bancos han hecho a miles de familias españolas con las llamadas obligaciones preferentes que fueron un producto inventado por las entidades financieras para ofrecerles a sus clientes una rentabilidad más alta que la de los depósitos a plazo, con la promesa de que cuando quisieran el banco se las recompraban. Cuando ha llegado la crisis y los clientes han tenido recuperar su dinero se han encontrado con que la letra pequeña del contrato decía que la adquisición solo se podría hacer si el banco encontraba a otro cliente que las quisiera y si no tienen que esperar al vencimiento de las obligaciones, en muchos casos diez años, para intentar cobrar. Pues bien, no solo se les ha permitido a los bancos hacer este engaño, sino que el primer decreto que ha aprobado Luis de Guindos se les permite a las entidades financieras no pagar los intereses y se les recomienda que las liquiden “con el menor daño” para el cliente. Es decir, que las familias que compraron obligaciones o van a recibir acciones, en el mejor de los casos, o se van a quedar sin nada. Algo parecido fue lo que hizo Ruiz Mateos para conseguir financiación para su Nueva Rumasa y ahora, por lo menos, va a tener que pasar por el juzgado a declarar. Los banqueros, ni eso. La otra medida, sacada del horno de las agencias de calificación crediticia (Standar’s Poor, Moody y Fitch), es que los españoles paguemos la rebaja del precio de las viviendas que tienen los bancos sin vender. De esta manera las entidades financieras podrán vender a mitad de precio los stocks de los pisos embargados y la otra mitad se financia a cargo del dinero público, cuando lo lógico sería prestarles ese dinero a los ciudadanos que no pueden pagar sus hipotecas por haberse quedado en paro. El hombre sin rostro Luis de Guindos es un hombre gris con una biografía que ni sus mejores hagiógrafos han podido endulzar. Lo más que se ha dicho de él es que cuando aceptó convertirse en director general de Política Económica en el primer Gobierno de Aznar, perdió dinero “malvendiendo” sus acciones de diversas empresas para no incurrir en incompatibilidades. Cuatro años más tarde ascendía a secretario general de Política Económica y acabó siendo secretario de Estado de Economía, desde donde pasó casi inmediatamente a dirigir el Lehmnas Brothers en España y Portugal hasta su quiebra. En 2010 pasó a dirigir el Instituto de Empresa, además de ser consejero de la eléctrica Endesa, de Unedisa (editora de El Mundo) y del Banco Mare Nostrum (BMN, encabezado por Caja Murcia). Ese mismo año, Aznar le encargó la coordinación de un libreto denominado “España, claves de prosperidad”, editado por Faes sobre los ocho años de gobierno de Aznar y en el que se marcaban los objetivos de Rajoy: lucha contra el déficit público y reforma laboral.