Ferraz piensa en Lissavetzky como alternativa a Gómez
jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h
La Ejecutiva Federal del PSOE, con el aparente plácet de Zapatero, quien ya ha avisado de su desafección hacia las “posturas numantinas”, trabaja ya en una alternativa al secretario general del PSM, Tomás Gómez, de cara a unas todavía hipotéticas primarias para la elección del cabeza de lista de este partido a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
El nombre que estos días se ha puesto sobre la mesa no es otro que el del actual Secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissasvetzky, renacido para el socialismo madrileño para sacar del carril a un Gómez empeñado en resistirse con uñas y dientes a renunciar a su cada vez más imposible candidatura frente a Esperanza Aguirre en los comicios de 2011.
Lissavetzky, quien vive un momento dulce profesionalmente hablando dada la proliferación de triunfos del deporte español, es de todos las posibles alternativas a Gómez que se han apuntado en los últimos meses, entre ellas Trinidad Jiménez, Beatriz Corredor o, incluso, Javier Solana y Alfredo Pérez Rubalcaba, el que mayor conocimiento tiene tanto de los entresijos de la política regional madrileña (fue consejero con Leguina y desde el 1995 al 2000 estuvo como portavoz de la oposición) como del propio PSOE de Madrid, del que fue secretario general de1994 al 2000.
Hombre de Alfredo Pérez Rubalcaba, quien siempre ha velado por los intereses políticos de su amigo, el liderazgo de Lissavetzky en el socialismo madrileño estuvo más de una vez en entredicho, aunque el propio Felipe González le salvó de sucumbir al “complot” de alcaldes y dirigentes de su partido para apartarle de la secretaría general de la entonces FSM.
Los recelos que albergan la actual ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, así como el de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, de cara a bajar a la arena política madrileña (dificultades que el PSOE ya tuvo para elegir sus candidatos en Madrid en los comicios de 2001), habrían hecho que la cúpula de Ferraz, deseosa de encontrar un candidato de peso frente a la lideresa del PP, haya posado sus ojos en un Lissavetzky, que, sin duda, ha ganado proyección política y mediática desde que llegó a la Secretaria de Estado para apartar de la carrera electoral a Tomás Gómez.
Las dificultades que tenía el líder del PSM para convertirse en cartel electoral frente a Aguirre las apuntaba el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, cuando hace meses dibujaba el perfil que buscaba el partido para los comicios en Madrid, dejando caer ya el nombre de Trinidad Jiménez como posible alternativa.
Desde entonces, Gómez no sólo no ha logrado sortear sus hándicaps, sino que ha visto como éstos se acrecentaban vía encuestas. Sondeos que vaticinan el peor de los escenarios para el PSOE en Madrid con él como cabeza de cartel.
Sí a ello sumamos el desafío en toda regla que hace unos meses hizo a José Blanco al acusarle de ir poco menos que de la mano con Esperanza Aguirre, no extraña la comprometida situación en que se encuentra en estos momentos el líder del PSM. Un socialismo madrileño que sí hace tan solo unas semanas cerraba filas mayoritariamente entorno a él, ahora ha comenzado a cuestionarse la idoneidad de su candidatura tras filtrarse un supuesto encuentro entre Gómez y Manuel Chaves, en el que el presidente del PSOE le habría ensañado amablemente la puerta de salida.
Una polémica reunión que daba pie este lunes a que en la Ejecutiva regional algunos dirigentes madrileños plantearan a Gómez su retirada si las encuestas seguían empeñadas en defenestrarle, intervención que se atribuye al alcalde de Getafe, Pedro Castro, quien forma parte del reducido sanedrín del ex alcalde de Parla.
De momento, salvando excepciones como la del regidor de Villalba, José Pablo González, desmarcado desde hace tiempo de Gómez, los dirigentes del socialismo madrileño han salido en apoyo de su secretario general (bien es verdad que no son pocas las presiones que está habiendo para ello), aunque alcaldes como el de Alcorcón, Enrique Cascallana, o el propio Castro se han cuidado muy mucho en su defensa de dejar encima de la mesa el que el futuro candidato sea elegido en primarias, algo impensable a principios de año, en que Gómez, con el consentimiento de Zapatero, se daba ya por designado como cabeza de cartel.