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El Papa rompe el bipartidismo en la Iglesia española
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El Papa rompe el bipartidismo en la Iglesia española

jueves 05 de marzo de 2020, 12:27h
Siete años le ha costado al papa Francisco romper el bipartidismo que existía en la Iglesia española desde 1999. Al cardenal y arzobispo de Barcelona Juan José Omella le ha costado tres votaciones. Su “ fumata blanca “ en la Conferencia Episcopal dejaba a los jesuitas como vencedores ante la derecha blanda de Ricardo Blázquez y la derecha dura de Jesús Sanz.

Durante veinte años los cardenales Ricardo Blázquez y Rouco Varela se alternaron al frente de la Conferencia. Más dureza frente a los gobiernos de Zapatero y Sánchez por parte del segundo; y más diálogo por parte del primero. Ambos dispuestos a defender los privilegios fiscales y económicos de la Iglesia en España, como son las exenciones en impuestos, las ayudas a los colegios religiosos y las inmatriculaciones , por un lado; y el no rotundo al aborto, la eutanasia y el matrimonio entre parejas del mismo sexo, por otro. Dinero y doctrina unidos bajo la autoridad eclesiastica.

Con el arzobispo de Barcelona se rompe esa dinámica. Se altera también el equilibrio político dentro de la derecha en nuestro país y, sobre todo, las relaciones de poder entre los gobiernos y partidos políticos nacionalistas en Cataluña y Euskadi con los gobiernos centrales del Estado.

Con Omella y con el actual Nuncio del Vaticano, Bernardito Auza, se consolida una vía de comunicación y pacto a tres bandas que, sin olvidar las dificultades que existen tras las declaraciones de los dirigentes catalanes, la celebración del remedo de referendum y las posteriores acusaciones y condenadas de algunos de ellos, pueden lograr que la tensión disminuya y se entre en una vía de negociación que lleve a Cataluña a una situación dentro del Estado similar a la que tiene el País Vasco.

El ya presidente de la Conferencia Episcopal recibió en la última votación de los cardenales y obispos el apoyo de los que inicialmente habían votado a Blázquez, una situación muy parecida a la que se dio en el partido Popular tras la dimisión de Mariano Rajoy y la batalla que entablaron Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal y que terminó con la victoria en segunda vuelta de Pablo Casado.

De los 87 votos posibles, Omella consiguió 55 mientras que el candidato amparado por Rouco Varela, Jesús Sanz, se quedaba en 29. Esta ha sido la primera de las batallas dentro de la jerarquía eclesiástica española.

No será la última. En los próximos dos años entre cambios de sedes, nombramientos y jubilaciones de los prelados el rostro de la Iglesia en España va a cambiar y mucho. También las relaciones con grupos como el Opus, los “Kikos”, los Legionarios o las corrientes aparecidas en los últimos años como los “discípulos de Emaús”, y “Effetá” que lidera el padre Enrique Granados y que nació en Miami en 1978, corriente o forma de entender la religión a la que se habrían adscrito personajes de la sociedad madrileña como Tamara Falcó e Isabel Sartorius.

El Papa Francisco y el entonces obispo de Calatayud, Juan José Omella, se conocieron en 2006 durante el retiro espiritual que todos los años, en el mes de enero, realizan los obispos españoles en la Casa de Cristo Rey en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Ese año, para dirigir el retiro eclesiástico, el entonces presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, y el arzobispo de Madrid, Rouco Varela acordaron invitar al que era cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio. Siete años más tarde el prelado argentino sucedía de forma inesperada a Benedicto XVI tras la renuncia de éste al Papado.

En los últimos cuatro años, desde su llegada al arzobispado de Barcelona sustituyendo a Lluís Martínez Sistach, el hoy “jefe” de los obispos se ha movido entre el independentismo que representan Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, por un lado, y los gobiernos de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, por otro. Con desigual fortuna ya que intentó que no se tuviera que aplicar el artículo 155 de la Constitución y al mismo tiempo fueron públicas sus enormes diferencias con JxCat y ERC. Unos movimientos consultados con el Vaticano y con los obispos vascos que sirvieron para facilitar el diálogo de los gobiernos de cataluña y Euskadi