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Sánchez sigue sin poder “matar” a Montoro
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Sánchez sigue sin poder “matar” a Montoro

martes 21 de enero de 2020, 14:50h
El ex-ministro de Hacienda de los gobiernos de Mariano Rajoy sigue vivo. El presidente quería “matarlo” antes de la Primavera. Le va a resultar imposible. No cuenta con los votos necesarios para aprobar unos nuevos Presupuestos y Cristobal Montoro, desaparecido de la vida pública, vive en la vida económica y administrativa. Sus Presupuestos se siguen utilizando y puede que duren hasta finales de este año, a menos que los independentistas de ERC se decidan por un sí.

El 28 de junio de 2018, ya desde su escaño de diputado y lejos del banco azul del gobierno, el ex todopoderoso ministro de Hacienda recibía el aplauso y la felicitación de todos sus compañeros de partido. El Congreso daba vía libre a los últimos Presupuestos de Mariano Rajoy, eso sí, con una pequeña venganza hacia el “traidor” PNV: recortaba en 31 millones el acuerdo que a finales de mayo había logrado el partido vasco para Euskadi.

En diez días la historia de España cambió. El 23 de mayo de 2018 los negociadores del gobierno y el PNV firmaban un acuerdo negociado durante meses. Mariano Rajoy y el presidente del gobierno vasco, Iñigo Urkullu, habían hablado hasta cansarse, al igual que lo habían hecho la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el presidente del PNV, Andoni Ortuzar. El País Vasco recibiría más de quinientos millones “adicionales” por el apoyo de sus cinco parlamentarios en el Congreso. Parecía que el líder del PP se aseguraba su permanencia en La Moncloa hasta el final de la difícil Legislatura que empezaba tras la repetición electoral de 2016.

Un día después se daba a conocer la sentencia del caso Gurtel, que condenaba a Correa y a otros implicados pero que aseguraba que el PP era colaborador necesario y que la declaración de Rajoy no le había parecido “veraz” al tribunal. Le llamaba mentiroso de la forma más suave y técnica posible.

Sin esperar ni un minuto y antes de que la Ejecutiva Federal del PSOE se reuniera en la mañana del día 25, en la sede central de la calle Ferraz, Pedro Sánchez hacía caso a su asesor Ivan Redondo y ordenaba a la portavoz parlamentaria del partido, Margarita Robles, que presentara la moción de censura. Era la segunda que se hacía contra Mariano Rajoy. La primera - tercera de las presentadas en la democracia - había fracasado.

Esta vez iba a ser muy diferente. Los apoyos se habían negociado a la espera de la sentencia, tanto con el PNV como con los independentistas catalanes y, sobre todo, con el líder de Podemos. Pablo Iglesias era pieza indispensable en el complot político que acabaría con el gobierno del Partido Popular.

La presidenta del Congreso, Ana Pastor, fijó los debates y la votación para el 31 de mayo y el 1 de junio. Lo que parecía un imposible, sucedió. Con tan sólo 88 escaños, el secretario general del PSOE, que había “resucitado” tras vencer de nuevo a la vieja guardia encabezada por la presidenta andaluza, se convirtió en el nuevo inquilino de La Moncloa.

Pedro Sánchez tenía el poder político y un gobierno a su medida. El poder que dan los Presupuestos seguía en manos de Cristobal Montoro. Veinte meses después sigue igual y dispuestos a cumplir dos años de vigencia y cortando las alas al nuevo Ejecutivo. Sin PGE las iniciativas del gobierno se quedan cojas y dejan al descubierto los problemas de ejercer el poder en minoría.

En el lado de los votos necesarios, los trece de ERC son imprescindibles. El ejemplo del PNV con Rajoy es toda una inspiración para Oriol Junqueras y Gabriel Rufián. Nunca los apoyos son para todo y menos para siempre. Pedro Sánchez y la ministra Montero parten de los 167 de la investidura. Pensar que desde el PP o desde Vox les van a facilitar los nueve que le faltan sería pecar de optimismo.

Para no depender de los republicanos catalanes queda el resquicio de un cambio de actitud por parte de Ciudadanos tras su próximo Congreso en el mes de marzo. Los diez escaños que ya administra de hecho Ines Arrimadas pueden cumplir con esa función. Con Luís Garicano como máximo consejero para los temas económicos y el apoyo del actual vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, ambos partidarios de un regreso al centro liberal del partido, alejados de la derecha que representan el PP y Vox.