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    29 de marzo de 2024

RAFAEL G. PARRA

El 12 de mayo los partidos independentistas tendrán que decidir su futuro y todo dependerá del resultado electoral donde, al igual que ocurrió con los comicios generales españoles del 23 de julio, todo puede depender de lo que decidan los partidos pequeños, como En Comú o la CUP, siempre pensando que tanto el PP como Vox no den ninguna sorpresa al estilo de lo que consiguió Ciutadans en 2017, que luego no les sirvió para nada.
Los españoles ya no piensan ya no sienten, ni se alegran, ni padecen, somos insensibles a los efectos de la economía, de la política o de los terremotos…Todo lo contrario de la sociedad que luchó contra la dictadura de Franco. En los últimos cuarenta años, los españoles hemos sido anestesiados ante los problemas de España y del mundo.
Las elecciones gallegas han supuesto un a nueva decepción para Pablo Iglesias que estaba convencido que la única opción clara de batir al PP era el BNG pero que al final tuvo que ceder ante sus compañeras Irene Montero e Ione Belarra, para apoyar a Isabel Faraldo a la que concedía el mérito de haber puesto “el cascabel al gato intocable de la oligarquía gallega y española: Amancio Ortega. Si es elegida diputada, el cambio está asegurado. Fuerza”. Hasta aquí llegó la marea pablista.
Lo de Alberto Garzón y su abortada entrada en el despacho del lobby Pepiño Blanco, ex ministro de Fomento de Zapatero es la historia de muchos del lo dirigentes del PCE y de Izquierda Unida que acabaron fichando por el PSOE. Cuando tocas la riqueza y tienes salarios de cerca de cien mil euros al año es difícil no ceder a las tentaciones que te ofrece el Sistema capitalista.
Como en la fábula de la tortuga y el escorpión, Puigdemont no ha podido evitar picar a Pedro Sánchez en plena travesía del río de la Ley de Amnistía, a pesar de que con su acción podrían acabar los dos ahogados políticamente. Hace tiempo que el hombre de Waterloo no obedece más que a sus propios intereses.
Tradicionalmente se ha entendido que en las democracias imperfectas occidentales al analizar las luchas entre los partidos políticos parlamentarios había que contar además con otras variables que también de manera habitual se denominaban “las fuerzas vivas” y donde se englobaban a los grandes empresarios, a los líderes financieros, a los medios de comunicación (el cuarto poder) y a la Iglesia.
El Barça pasará a la historia por no haber pedido su dimisión, a diferencia de las internacionales del Femenino, que se han jugado su carrera, y las injerencias políticas desde el Parlament y desde la Moncloa han sido un espectáculo vergonzoso.
El Sistema, como descubrió Mario Conde tras ser defenestrado y aniquilado de la noche a la mañana, es poderoso y siempre acaba por salirse con la suya. Nadie sabe con exactitud que es el Sistema, pero a bote pronto se trata de una amalgama de grandes capitalistas, lobbys poderosos que se mueven en las sombras, la Iglesia siempre presente en España, políticos, jueces, abogados, periodistas, publicistas y todo un conjunto de personas que trabajan para mantener eso que los americanos llaman el stablishment.
El miedo a Vox ha sido una de las claves principales del resultado final de las elecciones del 23-J, convirtiendo lo que iba a ser un paseo triunfal de Feijóo, al estilo de Rajoy en 2011, en un una victoria pírrica. Una buena parte del electorado que el 26 de mayo se decantó por el PP en los comicios municipales y autonómicos ha preferido bloquear la entrada de Abascal en un hipotético gobierno PP-Vox, a lo que hay que añadir como dato significativos el vuelco de parte de los simpatizantes del independentismo catalán, y en menor medida el vasco, hacia Pedro Sánchez.
No ha llegado todavía a La Moncloa, pero Alberto Núñez Feijóo está mostrando ya su carácter gallego que está saliendo a la luz en cada una de las “no instrucciones” que imparte a los barones regionales a la hora de buscar soluciones para gobernar en las Comunidades donde el PP no ha logrado la mayoría absoluta. “Ni sí ni no, ni todo lo contrario”, frente a las tesis madrileñistas de Isabel Díaz Ayuso de ir al encontronazo con Sánchez y con Abascal. ¿Se repetirá la historia de las relaciones entre Rajoy y Esperanza Aguirre?
Todo parece indicar que Pedro Sánchez no conseguirá renovar su gobierno progresista, el problema es que no será lo mismo perder por 14 escaños que fueron los que le faltaron a Felipe González en 1996 cuando tuvo que ceder La Moncloa a José María Aznar al que también le faltaban nada menos que 20 escaños, que hacerlo por goleada como le pasó a Rubalcaba en 2011 frente a Mariano Rajoy. Lo primero sería una derrota dulce, lo segundo su despedida de la política..
Han pasado menos de ocho años desde que Pablo Iglesias lograra doblar el brazo a Alberto Garzón para conseguir que Izquierda Unida aceptara poner su organización al servicio de Podemos. Fue un gran triunfo de Iglesias tras no haber podido dar el que más le hubiera gustado a él, sobrepasar al PSOE como hizo Tsipras en Grecia. Ahora, una ex dirigente de IU, Yolanda Díaz, se toma la revancha y logra que Podemos acepte su liderazgo. El poder vuelve a IU, aunque sea bajo el nombre de Sumar.

El 23 de julio no habrá ganador claro, sino simplemente un perdedor. Eso ourre cuando las eleccionse se celebran sin líderes carismáticos que es lo que las sociedades occidentales modernas demandan a los políticos que de esta manera tienen que buscar convertirse en estrellas y cuando no lo consiguen los comicios se convierten en algo gris donde todo se dilucida a los puntos y por cansancio de los electores.

Lo que ocurre en los partidos españoles es de traca, pase lo que pase en las elecciones, ya sean generales, autonómicas o municipales, aquí no dimite nadie y todos los líderes y segundones se agarran al sillón como si fueran lapas

Aunque todos los medios de comunicación están pendientes de la batalla entre PP y PSOE por los gobiernos municipales y de los autonómicos que se despejarán el 28 de mayo, la realidad es que el hecho más importante que podría ocurrir ese día sería que lo partidos que rompieron el bipartidismo en 2015, al calor del movimiento del 15M desaparecieran o se convirtieran en irrelevantes.

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