Es inexorable, imparable, incontenible, irrefrenable, incesante… todas estas palabras sirven para hablar del negro futuro de la izquierda que se construyó desde el fulgor popular del 15-M, aquel muy lejano mes de mayo de 2011. La construcción de una izquierda alternativa al Partido Socialista, que pudiera llegar al poder y cambiar el sistema capitalista en España, ha terminado en un rotundo fracaso. Destruido, destrozado, arruinado, derrumbado, roto… el sueño que encumbró a un grupo de jóvenes profesores universitarios a conseguir 70 escaños en el Congreso de los Diputados se está convirtiendo e una pesadilla para los que aún luchan en las trincheras de las urnas. Son muchos los culpables de ese quebrado espejo en el que comenzaron a mirarse viejas y nuevas generaciones. Sobre todo, dos por méritos propios: Pablo Iglesias y Yolanda Díaz.