Lo saben los tres. Con 15 votos Pedro Sánchez puede arrinconar a Pablo Casado durante tres años. La tercera jugadora en esta partida política es Inés Arrimadas.
Los socialistas ganaron las elecciones autonómicas en Andalucía, en Castilla y León, en Múrcia, y en la Comunidad de Madrid. No gobiernan en ninguna de ellas pese al apoyo de Podemos. Las matemáticas han ayudado, hasta ahora, al Partido Popular.
En Andalucía, el mismo Ciudadanos dirigido por Juan Marín gobernó con el PSOE de Susana Díaz. Ahora y con el visto bueno de Arrimadas puede abandonar al PP de Moreno Bonilla. El cambio se basaría en cinco diputados, los que necesita la suma de 50 parlamentarios con que cuentan los socialistas y la confluencia de Adelante Andalucía. Marín niega la posible “traición” a su socio de gobierno, pero los antecedentes juegan en su contra.
En Castilla y León la izquierda que forman PSOE y Podemos necesita de otros cinco escaños para conseguir el Gobierno. Los 35 parlamentarios que lograron los socialistas y los dos de la formación morada tuvieron que “rendirse” tras muchas negociaciones con los representantes de Ciudadanos, Francisco Igea y Luís Fuentes, a las directrices que llegaron desde la dirección del partido, con Albert Rivera al frente.
El Partido Popular tiene seguros sus 29 escaños, la duda de los 12 de Ciudadanos, y los que tiene de Vox y de XAV ( Por Avila ) por el pasado muy reciente de ambos, pese a que se abstuvieron en la elección de Alfonso Fernández Mañueco. Estaría en el aire el de Unión del Pueblo Leonés, que votó junto al PSOE y Podemos. Si Luís Mariano Santos Reyero, su representante, se sumara a la posible oferta del socialista Luís Tudanca, a éste le valdría con cuatro representantes de Ciudadanos para alcanzar el poder.
En la Región de Murcia a la suma de socialistas y podemitas - 19 escaños - le faltaron cuatro para desbancar al PP del poder. Contando con que Fernando López Miras tiene asegurados los apoyos de los cuatro representantes de Vox, para que el socialista Alberto Castillo le arrebatara la gobernabilidad tendría que convencer a cuatro, de los seis diputados de C ´s, para que cambiaran el sentido de su voto. La hoy vicepresidenta del gobierno, Isabel Franco, ya tuvo muchos problemas para su elección, con acusaciones de “pucherazo” interno por parte de sus rivales, con Ana Martínez Vidal en cabeza.
El plato fuerte de todos esos posibles cambios en el poder es la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, los dos emblemas que le quedan al PP de Pablo Casado tras su retroceso en las elecciones autonómicas y municipales. Sería la gran operación política de Pedro Sánchez y el más arriesgado de los cambios que puede hacer Inés Arrimadas.
Las ambiciones de los dirigentes de Ciudadanos en la Comunidad y en el Ayuntamiento son muy diferentes, al igual que las relaciones que mantienen con la presidenta y el alcalde del Partido Popular. Mientras Ignacio Aguado no desaprovecha ninguna ocasión para distanciarse y mostrar sus discrepancias con Isabel Díaz Ayuso; Begoña Villacís mantiene una relación cordial y de apoyo con José Luís Martínez - Almeida.
En la Capital las elecciones las ganó la candidatura de Más Madrid, la formación ideada por Iñigo Errejón para distanciarse de Pablo Iglesias, con el apoyo de la ex-alcaldesa Manuela Carmena. Sus 19 concejales, más los ocho del PSOE, se quedaron a dos de la mayoría absoluta que necesitaban. Al PP, por el contrario, le sobró uno tras las duras negociaciones con Ortega Smith y Santiago Abascal. Dos concejales que se cambien de bando y la alcaldía cambiaría de color.
En la Asamblea madrileña, contando con las ambiciones demostradas del vicepresidente Aguado, la izquierda necesitaría dos “compañeros de viaje” más para producir el cambio. Una negociación que tanto desde el PSOE como desde Podemos y desde Más Madrid ven muy posible si Arrimadas diera su consentimiento. Las posibilidades de encajar Comunidad y Ayuntamiento en la misma negociación son muy elevadas.
Con esos quince votos repartidos en las cuatro Comunidades autónomas y el Ayuntamiento de la Capital, Pedro Sánchez arrinconaría y haría tambalear la presidencia de Pablo Casado al frente del PP. El riesgo está en el lado de Inés Arrimadas y el resto de dirigentes y representantes de Ciudadanos. Puede convertirse en su gran éxito de cara a futuras elecciones. Y también en el gran fracaso que entierre al partido si sus votantes consideraran ese posible cambio de alianzas más como una traición que un apoyo a posiciones de centro y para alcanzar posiciones de poder.
