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Las lentejas que Sanchez ofrece a Casado
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Las lentejas que Sanchez ofrece a Casado

domingo 03 de mayo de 2020, 17:39h
Podía haber sido más castizo el presidente del Gobierno y recurrir a las lentejas en lugar de negar que haya un “Plan B” frente al Covid 19. La oposición, que encabeza Pablo Casado y que tendrá que votar la nueva ampliación del estado de alarma, ha recibido el mensaje de la forma habitual, por la televisión: “ esto son lentejas, si quieres las votas y sino atente a las consecuencias”.


En Italia las lentejas se toman en la Nochevieja acompañadas de “cochetino”, que es el equivalente al chorizo o la butifarra. Dicen por aquellas tierras que da suerte. Otros, más pegados a los dichos populares, colocan a la legumbre como la preferida por las viejas en sus comidas. No creo que Pedro Sánchez estuviera pensando en la tradición italiana o en el puchero doméstico cuando explicó por enésima vez lo que pensaba hacer hasta finales de junio.

El plan del Gobierno con sus cuatro fases - que pueden modificarse y alterarse en razón de los datos que vayan apareciendo sobre muertos y contagios - se asume y se vota sí en el Congreso para los primeros quince días ( hasta el 25 de mayo ) o se rechaza y se corre el peligro de aparecer ante los ciudadanos como culpables de cualquier rebote de la pandemia y de sus consecuencias.

Sánchez no ha negociado nada con la oposición de derechas y menos aún con la oposición nacionalista. No ha negociado con los presidentes autonómicos y no ha negociado con los representantes de ninguna otra administración o entidad empresarial, sindical o judicial. El Gobierno ha elaborado un único plan, sin alternativas salvo que se cambie al presidente o al gobierno, ambas cosas tan imposible a día de hoy como pretender que haya un acuerdo nacional entre las fuerzas políticas para la salida del agujero económico y social en el que nos ha metido la crisis sanitaria.

Este es mi Plan, estos son mis poderes mientras pueda mantener el estado de alarma, que pienso mantener hasta finales de junio, con mis fases, mis ritmos, mis cambios sobre la marcha. “Esto son lentejas, si quieres las comes y sino las dejas”. Es la frase preferida del presidente y la que Casado, Arrimadas, Urkullu, Torra, Moreno, García Page, Lamban y compañía están hartos de escuchar pero que no se atreven a dejar en el plato de la opinión pública.

La España real, la de los ciudadanos, los peqeños y medianos empresarios, los autónomos, los trabajadores, los parados y los pensionistas se encuentra tan atrapada en el callejón diseñado por el Gobierno y sus asesores como lo están los grandes empresarios, el sistema financiero y, por encima de todos ellos y en primer luagr el propio sistema político de representación democrática a través de los partidos y el funcionamento de los distintos poderes Lagislativos que articulan nuestro país.

No creo que la contundente afirmación de Pedro Sánchez de que el Gobierno no tiene “Plan B” sea verdad. Son tantas y tan decisivas las variables que están en juego y de las que se desconoce su evolución que sería un suicidio político no contemplar posibles variables, tanto en el aspecto sanitario frente a la evolución del virus como en el económico y social frente a una Europa de cuya ayuda a niveles desconocidos dependemos más que nunca en nuestra moderna historia.

Lo que el presidente ha trasladado a la oposición y a todos los dirigentes y responsables políticos es que no habrá negociación, que el Plan de desescalada diseñado desde Moncloa se toma o se deja pero no está sujeto a introducir cambios desde el exterior. Las modificaciones, a las que estamos acostumbrados en pequeña o gran escala ( el uso obligado de mascarillas en los transportes públicos, por ejemplo ), serán las que decidan los responsables ministeriales en cada momento.

A favor del Gobierno están las cifras diarias de muertos y contagios, por un lado, y el verano y los calores que han aparecido que parece que son elementos naturales que atacan al virus tanto o más que los medicamentos. Dentro de ese Plan y de sus cuatro fases cabe esperar que los cambios y modificaciones semanales aceleren la actividad económica y la llegada a esa “nueva normalidad” que está por definir; sin que en ese camino haya que dar marcha atrás por rebotes del virus.