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¿Quién mata al Minotauro catalán para salir del Laberinto?
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¿Quién mata al Minotauro catalán para salir del Laberinto?

viernes 15 de noviembre de 2019, 13:48h
La verdad en este final de 2019 es que todos los líderes políticos siguen atrapados en el Laberinto catalán y tendrán que ver como sale cada uno de ellos del mismo, lo digan o lo callen, lo quieran o no, desde Pedro Sánchez en La Moncloa a Carles Puigdemont en su dorado autoexilio. La pregunta: ¿quién puede matar al Minotauro?

Lo más importante por encima de partidos y personalismo es como sale España y una parte tan importante de ella como es Cataluña. Los cinco partidos que presentaron en el palacio de la Generalitat las dos preguntas del Referéndum que lo cambió todo, desde los dos que integraban CIU hasta los más radicales de la CUP, pasando por los republicanos de ERC y los neocomunistas de En Comú Podem, eran conscientes que si en aquellas fechas Artur Más se hubieraa presentado en el Congreso de los Diputados con ese plan le habría ocurrido lo mismo que le sucedió al lendakari Ibarretxe: regresar con un rotundo no a Barcelona, y que el Tribunal Constitucional les diría lo mismo que terminó diciéndole a sus sucesores Puigdemont y Torra, prisión, juicio y condena por medio: las dos vías que proponían para llegar al autogobierno y la posterior independencia estaban y están cerradas. La nueva situación tras las elecciones del 10N no parece probable que vaya a permitir a las fuerzas independentistas por más violencia que desencadenen a las calles y en las carreteras ir por ese camino. El preacuerdo firmado por Sánchez e Iglesias deja bien claro que se puede hablar, que se debe hablar, que el futuro gobierno se dispone a hablar pero dentro de la actual Constitución.

Los otros senderos posibles son los siguientes: una nueva aprobación por amplia mayoría en el Parlament de las preguntas y la fecha e inicio de una larga campaña para otro “Referendum” fuera de la ley, en busca de un hipotética sí mayoritario mientras se " negocia" con el gobierno de Sánchez e Iglesias una transferencia de " legalidades" poco menos que imposible.

Si en ese camino, los independentistas de ERC, JxCat, la Cup, la ANC y Omniumen comprobaran su imposibilidad legal y material de realizar esa nueva consulta plebiscitaria - que podrían intentarlo de forma solapada a través de una convocatoria electoral en la que se pusidera como parte del programa la palabra Referéndum - tendrían que volcar su acción propagandística, necesariamente, no dentro de Cataluña y España, sino en el exterior, en otros ámbitos políticos y jurídicos y con los tiempos de actuación y " resultados" mucho más alejados.

Mientras tanto es difícil, tras tantas elecciones municipales, autonómicas, europeas y generales que los mismos que lo llevan intentando desde hace cinco años mantengan su unidad de actuación en este tema e incluso que mantengan a sus actuales líderes. Las relaciones entre los herederos de Jordi Pujol y Durán Lleida, con un Artur Más deseoso de volver a ocupar un puesto central en la política catalana tras cumplir su periodo de “condena administrativa”, un Puigdemont acorralado en Bélgica y un presidente en activo como Torra que puede temerse un cambio de acuerdos por parte de la ERC de Junqueras que lleve a Cataluña a nuevas elecciones y a su salido del palacio de la Generalitat, son más que malas y con las consecuencias electorales que ello comporta, y que se extienden hasta el PSC y el PP catalán. Demasiadas incógnitas y posibles cambios para un proceso que ya sabemos que se alargara en el tiempo y en las situaciones políticas, económicas y sociales tanto de Cataluña como de España.

El gobierno de Pedro Sánchez, si finalmente se forma y pone en marcha dentro de este año puede esperar a nuevas fases del "pronunciamiento" , que es lo que parece que están dispuestas a hacer, otras fuerzas más radicales y minoritarias hasta incurrir en uno de los supuestos que contempla el artículo 155 de la Constitución por " atentar gravemente a los intereses generales de España". Tan sólo tendría que " avisar" al gobierno de turno de la Generalitat y llevar el tema al Senado, en el que contaría con una aplastane mayoría para suspender la autonomía y " gobernar" desde Madrid. Una aplicación mucho más dura y radical que la que hizo Mariano Rajoy.

En la espera, y con la vista puesta en las posibles elecciones autonómicas en la Primavera, se verán las fuerzas y apoyos políticos de cada uno de los protagonistas, y de los resultados no sólo se sacaran consecuencias hacia el exterior de las formaciones, también habrá movimientos internos que pueden volver a cambiar los equilibrios institucionales en la salida del Laberinto catalán. Una salida que es necesaria y que debería plantearse y ejecutarse dentro del actual sistema constitucional, con los cambios legales que sean necesarios antes de que todo el sistema se pudra desde dentro por la cerrazón de los grandes partidos, que son hoy por hoy los únicos que pueden abordar el problema.

Los meses que van desde este noviembre al primer trimestre de 2020 serán los que determinen el futuro de las relaciones de Cataluña con el resto de España. Y no sólo de Cataluña, también de Euskadi y del resto de las 17 Autonomías, ya que es muy difícil que alguna de ellas, llegados a este punto de sus respectivos Estatutos y sus sucesivas reformas, quiera ser menos que cualquiera de las otras, ya tenga o no idioma cooficial y fiscalidad diferente.

En esos cuatro meses puede haber disolución del Parlament, aplicación del artículo 155 de la Constitución, cambios decisivos en los liderazgos de los partidos, actuaciones judiciales y financieras que modifiquen los escenarios. Y, por supuesto, una nueva Europa, con o sin Brexit , con una " nueva" Alemania que incida en la salida global de la crisis y en la particular de nuestro país. Ya se sabe que las penas, con pan, son menos. Algo que ocurre también en la vida política. Estamos en periodo de aparente escasez de “pan” y eso no ayuda.

Entramos en un tiempo, sin solución de continuidad, tras unas largas, complicadas, duras y decisivas elecciones municipales, autonómicas, europeas y con cuatro generales en los últimos cuatro años ( dos de ellas en 2019 con menos de siete meses de diferencia ) con todo lo que conllevan de luchas internas por los puestos en las listas, los cambios en gobiernos regionales y ayuntamientos, los nombres que aparecen y desaparecen, y en nuevos posicionamiento de los distintos partidos. Y si se agota la actual Legislatura nacional, algo que parece improbable pero posible, nos encontraremos con un paisaje muy diferente en la cita con las urnas como final de una ruta y el inicio de otra en la que España será muy diferente.

Si se mira ese " paisaje político" y se ve a todos los protagonistas que deambulan por sus caminos, se descubre que el Laberinto catalán está dentro de otro Laberinto mayor que es el de la propia España. Y que sí salimos de este último habremos salido todos, los que viven en Catalaluña y los que viven en las otras 16 Autonomías, del que se ha ido construyendo con los viejos materiales de la historia durante los 42 de nuestra democracia, con los aciertos y errores, las ambigüedades y las certezas de los gobiernos de Madrid y Barcelona que han negociado al margen de los colores políticos de los distintos ocupantes de La Moncloa.