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Montero tiene futuro, sustituir a Susana Díaz
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Montero tiene futuro, sustituir a Susana Díaz

Por Rafael Gómez Parra
María Jesús Montero enterró los presupuestos de Sánchez con un vibrante discurso en el Congreso con la vista puesta ya en su vuelta a Andalucía

María Jesús Montero acaba de cumplir 53 años y forma parte de aquella generación de jóvenes políticas a la que se dio el nombre de “Joven Aunque Sobradamente Preparado" (JASP) que entraron en la política coincidiendo con la llegada a la Moncloa de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004. Entonces Montero tenía ya 38 años y bien pudo ser ministra de aquel gobierno de “chicas Vogue” que formó ZP pero éste prefirió a otras andaluzas como la hoy vicepresidenta Carmen Calvo o la entonces todopoderosa Magdalena Alvarez. Montero se tuvo que conformar con la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía desde donde fue catapultada por Susana Díaz para dirigir la hacienda andaluza.

En el segundo gobierno de Zapatero, la apuesta del presidente fue más allá de en su búsqueda de jóvenes ministras y puso a las controvertidas Leire Pajín y Bibiana Aido, que nacieron diez años después de Montero. La dimisión de José Antonio Griñán en 2013 la pilló bien colocada pero todas las papeletas de la suciesión las tenía Susana Díaz, también ocho años más joven ella. Parecía que se le había pasado el arroz, pero la crisis del PSOE la volvió a colocar en el trampolín y la derrota socialista en las elecciones andaluzas podría abrirle un nuevo futuro.

Ahora su meta parece estar puesta en convertirse en sucesora de su mentora Susana Díaz con la que ya rompió amarras durante la campaña de primarias en las que apoyó a Pedro Sánchez para convertirse siete meses después en flamante ministra de Hacienda sustituyendo nada más y nada menos que al odiado Cristóbal Montoro (PP).

María Jesús Montero presume de haber conseguido que bajo su mandato la hacienda andaluza fuera una de las pocas Comunidades que cumplió el mandato del déficit que marcaron la Unión Europea y que tan drásticamente vigiló Montoro. Y todo ello con un gobierno en minoría que tuvo que pactar las cuentas primero con IU y luego con Ciudadanos. En la preparación de los Presupuestos estatales no ha tenido suerte a pesar del esfuerzo que hizo para contentar a todos los “socios” del gobierno socialista: a Podemos, primero, y luego a los independentistas hasta el punto de volcar gran parte de las inversiones en Cataluña. Pero ni por esas. El partido morado le dijo no por aquello de no limitar el precio de los alquileres. Y los catalanistas por no aceptar Sánchez negociar el derecho de autodeterminación.

Con todo su discurso de presentación de los presupuestos –sabiendo ya que iban a ser rechazados por la mayoría del Congreso- fue vibrante y entusiasmó a la bancada socialista haciéndola olvidar por un rato que su gobierno estaba ya en retirada con unas elecciones generales planeando en el aire. Solo les faltó llamarla torera y gritarle los olés correspondientes. Así habrá perdido muy probablemente la cartera de Hacienda en Madrid, pero ha ganado puntos para convertirse en la lideresa andaluza que necesita el PSOE para pasar página de la época de Chaves-Griñán y Susana Díaz.