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Cataluña: Más violencia y menos independencia
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Cataluña: Más violencia y menos independencia

martes 02 de octubre de 2018, 13:44h
La realidad es que a mayor violencia en las calles, menos avances en el proceso de cambio estatutario en Cataluña. Y más alejado aún cualquier sueño de independencia

La conclusión de este primer aniversario de la supuesta hora cero del soberanismo en Cataluña es muy fácil de ver y de entender: ha habido más violencia y menos independencia.

Una parte minoritaria de los CDR se han hecho notar y mucho a lo largo de la jornada del 1-O, con sus enfrentamientos con los Mossos y los servicios de seguridad privados en edificios de la Administración o instalaciones de trenes, aeropuertos y carreteras. Son la punta de lanza del independentismo, los que están copiando de la kale borroka vasca de hace unos años, y al igual que les pasó a aquellos, la misma suerte les espera a éstos.

A mayor violencia en las calles, menos avances en el proceso de cambio estatutario en Cataluña. Y más alejado aún cualquier sueño de independencia. Los violentos, que siempre los ha habido y los va a haber, son muy pocos. Si los 360 CDR que se supone existen en toda Cataluña son capaces de movilizar a unos pocos de miles de ciudadanos, la “vanguardia revolucionaria y republicana” apenas llegará al millar. Se hacen notar pero combaten contra sus propios intereses.

En Cataluña no se va a producir una revolución, ni se va a llegar a la independencia por la violencia. Los que piensen en ese camino se equivocan y los que lo promuevan están engañando a los que les secundan. Por esa ruta ni siquiera se producirá un referendum pactado, ni una votación estatutaria con la España federal en la cabeza.

El uno de octubre se gritó tanto o más contra Torra y su gobierno en las calles que contra el gobierno del estado. Y se insultó y atacó a los Mossos tanto o más de lo que se hizo hace un año contra la Policía Nacional y la Guardia Civil. La Cataluña burguesa, negociadora y práctica será la que más pronto que tarde se oponga de forma directa a los CDR. La vieja lucha de clases se impondrá al sentimiento independentista.

Si quieren un espejo en el que mirarse, lo tienen bien cerca: el País Vasco. Allí ya han pasado por ese fenómeno y de forma mucho más radical. Allí ETA mataba y la kale borroka destrozaba de forma sistemática todo lo que podía de establecimientos o señales del estado. Atacaban al PNV y al PSOE tanto como al PP. Hasta que Herri Batasuna inició su transformación en partido político aceptando la Constitución y concurriendo a las urnas - sin por ello renunciar a su aspiración máxima de república socialista para Euskadi - y consiguiendo gobernar en solitario o con apoyos en instituciones y ciudades de todo el territorio.

Se hace hincapié en las declaraciones de Torra y de Puigdemont, y se pasa de puntillas sobre las de Ortuzar y Urkullu sobre la nación vasca en Europa. Son mucho más importantes las segundas pero los dirigentes del PNV son más inteligentes y nunca mencionan la palabra independencia de forma directa. Por eso consiguen más y están mejor preparados para mantener el poder en Euskadi y hacer valer sus votos en el estado. Sus seis votos en el Congreso valen más que los del PdeCat y los de Esquerra Republicana juntos. Cocinado o sin cocinar, con los criterios del mes de julio o con los del mes de septiembre, los datos del último barómetro del CIS son contundentes: tanto el bloque de la derecha española como el de la izquierda necesitarán a los parlamentarios nacionalistas vascos para sentar a su futuro candidato en La Moncloa.

Y en 24 horas, a finales del mes de mayo, dieron una buena muestra de su ductilidad hacia los dos grandes partidos estatales: primero apoyaron al PP en los Presupuestos que les garantizaban 5.000 millones más arcas; y luego apoyaron al PSOE para que no adelantara las elecciones generales y cumpliera con toda la letra, grande y pequeña, el Estatuto de Guernica. Los vascos ya están en el futuro mientras que los catalanes se obsesionan con mirar al pasado.