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Pedro J. y el Informe Pelícano


Está muy claro. El presidente Rajoy, el Estafermo, como le llama el veterano periodista Pedro J. Ramírez, está acabado. Noqueado, como quedó meridianamente claro en la entrevista que Carlos Alsina le realizó en Onda Cero, y que ya está colgada en Youtube, para vergüenza de un pepé que camina directo al precipicio a finales de año. Un pepé que no ha sabido, o no ha querido, frenar la escalada secesionista catalana y ahora no sabe donde esconderse.

Está muy claro que ese Rajoy no fue quien movió los hilos para descabalgar a Pedro J. de la dirección de El Mundo. Simplemente dejó hacer a la vice, a Soraya. Y claro, la amiga de Juan Luis Cebrián, aparte de Salvar a El País de los bancos, se encargó de que César Alierta, otro enemigo de Pedro J., viajara a Italia y negociara con Rizzoli, RCS Mediagroup, el cese del director de El Mundo.

Por supuesto, inmediatamente el maná de la publicidad oficial, así como las millonarias campañas de la propia Telefonica, volvería al diario en cuasi quiebra técnica tras la crisis que viene sufriendo el sector desde hace diez años.

Claro que Pedro J. tiene el llamado Informe Pelícano, como muy acertadamente informaba Raúl del Pozo en su tribuna de El Mundo. El editor del futuro El Español tiene abundantes dosieres. Muchos de infarto, por supuesto. Pero no los necesita para acabar con un Rajoy que ya está amortizado.

Quienes deberán mirarse las espaldas son los sorayos. Los hombres, el equipo, de la vicepresidenta Soraya, que lleva cuatro años acumulando informaciones que le facilita personalmente el director del servicio secreto español, Félix Sanz Roldán.

Y es que Rajoy no tiene la mala leche, ni de lejos, de urdir una planificación tan milimétrica y dar la vuelta al panorama informativo nacional. De tener a El País como enemigo acérrimo y declarado del PP a comer en la mano de la Moncloa, sólo lo organiza una mente tan retorcida como la de un Alfonso Guerra, solo que con falda, abogado del Estado y nacida en Valladolid. Además ha conseguido lo que no pudo Felipe González ni el propio Rey Juan Carlos: separar de la dirección de El Mundo a su fundador.

Algún día, imagino que cuando el pepé deje de gobernar, alguien escribirá las habilidades maquiavélicas de esa mano derecha de un Rajoy cuyo diario de cabecera es Marca. Esa mano derecha que, como una auténtica muñeca diabólica, ha volteado el panorama informativo en beneficio propio.

Intocable por El País. Intocable por El Mundo, intocable por las televisiones. Intocable, claro, hasta que resuciten como zombis los cadáveres que ha dejado por el camino. Entonces sus víctimas comenzarán a añadir páginas al Informe Pelícano que Pedro J. guarda en su particular caja fuerte de dossieres.