www.cronicamadrid.com

Las armas presupuestarias de los nuevos ayuntamientos para hacer la 'revolución'

Por José Manuel Pazos

IBI, circulación, IAE, plusvalías... El ramillete de impuestos y tasas con el que cuentan los gobiernos municipales recién constituidos representa una artillería presupuestaria importante -sólo en Madrid y Barcelona suman más de 7.000 millones de euros- para poner en práctica programas electorales de cambio y transformación social.

'Revolución en los ayuntamientos', titula un diario. 'Es engañoso interpretar todo lo sucedido como una revolución', expone en su editorial otro. "Ni ruptura, ni reforma: reforma radical", predica uno de los líderes emergentes.

Sin experiencia en la gestión de recursos públicos pero amparados por multitud de estudios técnicos que ponen de manifiesto un claro desequilibrio entre los compromisos de gasto de las Entidades Locales y sus fuentes de financiación, los líderes de las llamadas plataformas ciudadanas -que pasarán a controlar una elevada capacidad de gasto en las principales ciudades españolas (solo Madrid y Barcelona suman 7.000 millones de euros)- cuentan con capacidad y argumentos sobrados para hacer la revolución a través de los presupuestos.

Las transferencias del Estado suponen el 33% de los ingresos del Ayuntamiento de Madrid y el 40% en el de Barcelona

Una parte fundamental de los ingresos que reciben proceden de las transferencias del Estado y de las Comunidades Autónomas, lo que abre un espacio muy importante para la reclamación y el enfrentamiento, dependiendo del color político que gobierne en cada institución. Considerado el pariente pobre en las reformas para la modernización de las instituciones, un cambio político municipal de esta magnitud llega en un momento en el que ni el problema de la fragmentación -el 60% de los más de 8.000 municipios tienen menos de 1.000 habitantes-, ni el de su fortalecimiento financiero -a pesar de la creciente asunción de competencias, muchas impropias-, han sido abordados en las más de tres décadas de gobiernos democráticos.

Después de las celebraciones, llegará el momento de elaborar los presupuestos y es ahí donde discursos y promesas han de entretejerse con la realidad y donde cabe esperar que surjan los desencuentros. Las transferencias del Estado suponen el 33% de los ingresos del Ayuntamiento de Madrid y el 40% en el de Barcelona. La otra gran partida de ingresos se la llevan los impuestos directos, con el IBI como gran protagonista (26% en Barcelona y 29% en Madrid), seguido muy por detrás por el de circulación de vehículos, IAE, plusvalías y otros.

Ni la fragmentación de la administración local ni su fortalecimiento finaciero ha sido abordados en más de tres décadas de gobiernos municipales

El IBI, reflejo de la tributación de la propiedad inmobiliaria en España, es considerado en muchos estudios de reforma fiscal uno de los sujetos de revisión más tentadores. Sin llegar al extremo de referir el pago del IBI a las rentas de quien habita el inmueble como llegó a sugerir la plataforma que gobernará Cádiz, la actualización de la base del impuesto al valor de mercado del inmueble, las exenciones, la naturaleza del titular y su uso, puede alterar sustancialmente las bases de una economía que ha tenido en el desarrollo inmobiliario y en la propiedad de la vivienda uno de los ejes económicos y sociales más importantes. Muy atractiva resulta también revisar la imposición sobre los vehículos con la excusa de la congestión y de la contaminación; o sobre determinadas actividades económicas a través del IAE que puedan ser consideradas socialmente perjudiciales, ya sea por su supuesto carácter especulativo o contaminante.

En resumen, que después de la fiesta para unos y la inquietud para otros, los ayuntamientos ahora constituidos van a tener un protagonismo en la vida política mucho mayor, pero no solo. Mucha propiedad inmobiliaria ha cambiado de manos en los últimos años, pasando a manos de entidades financieras y de éstas a fondos de inversión internacionales que en un momento de enorme abundancia de liquidez han canalizado hacia España un importante flujo de capitales. Más allá de su bondad, los recursos han servido para traer liquidez a una economía que se asfixiaba. A la luz de los cambios, el oportunismo de esos capitales puede ahora convertir las cañas en lanzas. Por ahí entran las revoluciones.